domingo, 15 de marzo de 2009

LA DUDA



Quiero postear uno de los poemas más hermosos que conozco. Son coplas del carmelita descalzo San Juan de la Cruz. Frecuentemente vuelvo a estos versos que, con una sobriedad virtuosa, parecen venir, como ecos destilados, de la voz más honda del silencio. Y que, al mismo tiempo (aunque ya sin tiempo), caen como gotas sobre la fuente de nuestra vida produciendo la subversión del éxtasis, aunque en nuestro caso aún se trate de breves momentos (entonces eternos) de satori.



Génesis 2:17 Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.
El pecado original fue comer del árbol de la ciencia, del árbol de la dualidad, del árbol de la palabra. Caídos en, digamos, el samsara (el ciclo de vida-y-muerte para el budismo), la natura lapsa (naturaleza corrompida y caída para los cristianos); en tanto el lógos divino, al atravesarnos, encuentra una resistencia, un límite, estamos confinados al mundo de los fenómenos, en un plano humano y limitado del lógos. Y en este mundo parece ser que podemos llegar lejos, y lo más lejos que podemos llegar parece ser la duda. Pero si no nos dejamos llevar por lo que parece, siguiendo la premisa de Battiato de que nada es como parece, vemos que la duda es sólo el límite del plano del pensamiento, y se puede trascender.




Así, podemos suponer que tal vez Sócrates, leído desde la lógica de Platón, haya llegado más lejos con sus acciones que con su pensamiento. La sistematización de la duda seguramente lo llevó hasta los límites del pensamiento pero, una vez ahí, no pudo, como un poeta, morir en la palabra , o hacer como un santo, según el hadiz musulmán que dice "morid antes de morir". Tuvo que ser otro tipo de mártir y morir por la palabra desde más allá de la palabra.


La duda pertenece al ámbito de la palabra, y la certidumbre que llevó a Sócrates a asumir la sentencia del tribunal, por lo tanto, fue una especie de excedente del lógos. Antonin Artaud formalizó estéticamente la apuración de Sócrates muchísimos siglos más tarde igualando el arte a la vida (¿y no hizo lo mismo Andy Warhol?). Comenta M. Blanchot: "Artaud nunca aceptará el escándalo de un pensamiento separado de la vida, aunque esté experimentando en la forma más directa y salvaje posible la esencia del pensamiento considerado como separación, esa imposibilidad que el pensamiento afirma contra sí mismo como límite de su poder infinito".


La duda es una instancia necesaria, pero no suficiente. Para Plotino, por seguir en la línea platonista, la filosofía, como ámbito del lógos (por lo tanto, de la duda), es una instancia previa a la instancia mística. Y recién entonces hay verdadero conocimiento.

El proceso poético a mí me permite experimentar ese tránsito. Durante el trabajo artesanal (distinguible pero no separable del artístico) se ve el material cultivado y se puede dudar entre una palabra y otra, una frase musical y otra. Pero cuando se produce la iluminación, entonces , en un estado de disponibilidad (en la medida de mi capacidad), dejo que las palabras se impongan como una evidencia. Ya no soy yo manipulando el lenguaje sino la poesía pasando a través. Y si entonces dudo, interrumpo ese flujo como limitando la necesidad con mi contingencia. Entre paréntesis, yo creo que para que se produzca el sonido de la poesía, debe haber un rozamiento justo entre necesidad y contingencia, pero acá cuando hablo de necesidad ya me refiero al resultado de ese rozamiento.


Si el sol dudara de su justo recorrido, nos dice Heráclito, la justicia divina lo castigaría. Es una suposición poética, porque el sol no podría dudar (por eso el fragmento, en rigor, afirma "El sol no transgredirá sus medidas", 22 B 94), pero el hombre, dueño de la duda, sabe dañar con su razón los canales naturales de la manifestación divina.

El Wu wei, pilar del taoismo, es este hacer no haciendo del poeta, este dejarse hacer. Pecado sería (condenable con la muerte, por necesidad) que el iluminado dudara, porque dudar sería caer con fuerza, sin la amortiguación, en este punto, de la duda, en el samsara. Sería como si el santo pecara.

Pero la duda no desaparece sino que, en las instancias superiores, se transforma. Debe haber pocas palabras tan justas como las de San Juan para decir esta nueva identidad de la duda: no entender entendiendo,/ toda ciencia trascendiendo.

Después de la episteme, terreno del lógos y de la duda, viene esta certidumbre, este saber no sabiendo que seguramente haya experimentado Sócrates al beber la cicuta.


Hace algunos meses, un monje genovés me habló, como respuesta a mis dudas espirituales, de José. José podría haber acusado a María de puta, pero supo ir más allá de la duda cuando le fue revelada la naturaleza del niño que María había engendrado por obra del Espíritu Santo. La fe nos vuelve disponibles para conocer, pero el conocer por la fe es oscuro cuando se lo escudriña desde la razón. El pensamiento, de algún modo, puede ser testigo de esa forma de conocimiento, pero la duda ya no tiene lugar ante cierto tipo de evidencias. Juri Camisasca canta La evidencia de un amor/ no se puede comprender/ por las vías de la razón/ con inútiles argumentos (l’evidenza di un amore non si può comprendere per le vie della ragione con inutili argomenti).
Yo creo que San Juan de la Cruz, entendiendo sin entender, trascendiendo la ciencia, trascendió el pecado original, borró de sus genes el conocimiento del bien y del mal que la manzana imprimió en Eva y, como se dice en el zen, cruzó hasta la otra orilla.

Entonces, estas coplas de San Juan que confirman la beatitud del silencio.
Y unos videos de uno de los hombres más iluminados que conoce nuestro tiempo: Raimon Panikkar.



COPLAS HECHAS SOBRE UN ÉXTASIS DE ALTA CONTEMPLACIÓN

Entréme donde no supe,
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

1. Yo no supe dónde entraba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad,
entendida vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

3. Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

4. El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

5. Cuanto más alto se sube,
tanto menos entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

7. Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

8. Y si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.




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Panikkar en español:

http://www.youtube.com/watch?v=RE47rXYjVGE



Panikkar en inglés:






Panikkar en italiano (entrevistado por Battiato):