domingo, 29 de noviembre de 2009

BOTÁNICA DE LA SANTIDAD



Thomas Merton en Gethsemani

Para Ortega y Gasset, el hombre se diferencia de las plantas, que ya tienen la vida hecha y sólo deben deslizarse por ella, en que debe hacer su propia vida.
Yo creo que el hombre no se diferencia de las plantas o que, en todo caso, cuando lo hace, es por la siguiente salvedad: las plantas, a diferencia de la mayoría de los hombres, saben cumplir su destino. La naturalidad con que las plantas cumplen, casi sin resistencia, la voluntad de Dios, es lo que nos separa, por déficit nuestro, de ellas. Sólo los santos pueden cumplir su destino, su Dharma, tan bien como lo hace una planta. Gloriosa su vegetalidad.

martes, 24 de noviembre de 2009

ROTHKO








Una pintura que va a dar de lleno al final de lo que se busque. Una pintura, por eso, abrupta. Hubo quienes practicaron la misma apuración del otro lado, justo al principio. Marcel Duchamp sería un ejemplo de estos otros artistas que se dedicaron a llegar hasta el fondo del principio para tirar de los bordes de la matriz (vaga, hasta la explicitación) y ayudar a dar a luz de una manera nueva, podría pensarse que más amplia, aunque podemos preferir que no se trate de amplitud (que siempre estuvo garantizada) sino de un forzado cambio de perspectiva.
Si Duchamp resuelve el asunto del arte inaugurando una inmediatez en la que sólo la mirada separa arte y mundo, Rothko lo resuelve, de una manera mucho más conclusiva, en una consumación donde ya no hay espacio para la separación.



 



Es famosa la historia acerca de cómo surgió, en el zen, la Escuela del Sur (en rigor, el cisma se produjo años más tarde, y sus artífices no fueron los personajes de esta historia sino sus discípulos). Se sabe que Hong Ren, el Quinto Patriarca del zen chino, convocó a sus discípulos para elegir entre ellos, como sucesor al que transmitiría sus hábitos y su Doctrina (la verdad de Buda), a quien compusiera el cántico (gatha) que mejor demostrara el entendimiento de sus enseñanzas. Fue Shen Xiu quien, de acuerdo con las expectativas del resto de los monjes, decidió escribir el cántico que lo consagraría como Sexto Patriarca. Una noche se dirigió hacia la galería del sur con una vela y, a escondidas, escribió su cántico en el muro central:

El cuerpo es el Árbol del Bodhi (Despertar)
Un Espejo Brillante, eso es la mente
Mantenlo siempre limpio, un día tras otro
No dejes que se acumule el polvo

Hui Neng, analfabeto, que, a modo de novicio laico, trabajaba en el patio trasero del monasterio descascarando arroz,  tras leer el cántico de Shen Xiu pidió a un monje que sabía escribir que copiara en el muro opuesto su propio cántico:

El Despertar (Bodhi) nunca tuvo nada que ver con un árbol
No hay sitio aquí para colocar ningún espejo
El Buda interior (la Naturaleza Original) de cada uno resplandece con luz eterna
¿Dónde podría acumularse el polvo?

Hui Neng obtuvo, en secreto, la transmisión de la doctrina (Dharma).








¿Podemos pensar en Duchamp y Rothko a través de esta anécdota? Hay pocos puntos en común. No se trata de monjes discípulos de un mismo maestro zen. Se trata, en cambio, de dos artistas que, a su manera, renegaron de la disciplina, despreciando cualquier (a)filiación. Y, sin embargo, hay algo que pone en común las dos situaciones, separadas por casi todo. Shen Xiu propuso, en su poema, que la mente, como un espejo, se mantuviera limpia de polvo para que la Verdad se reflejara en ella. ¿Y Duchamp? Él quiso que la mente depurara a la mirada de lo que se llamó su aspecto retiniano para que ella misma, con una forma  nueva, parecida a un espejo, fuera la única medida para hacer, del mundo, arte, y viceversa. Limpiar a la mente del polvo de las apariencias (aunque ya no en pos de la Verdad sino, por el contrario, para obtener una verdad que resulta de la sustracción de cualquier mayúscula) y pulir las opacidades que en ella habían producido la mayoría de las convenciones de la tradición artística europea.
Rothko, en casi nada parecido a Hui Neng, pudo decir: "no debe haber nada entre mi pintura y el observador", habló de una "experiencia consumada entre el cuadro y el contemplador". Hui Neng debía referirse a una consumación similar cuando anotó: no hay sitio aquí para colocar ningún espejo. ¿Dónde podría acumularse el polvo?.
Duchamp, desde la línea del gran realismo (la categoría es de Kandinsky, Fermín Fevre la aplica a Duchamp), llegó, demoliendo cimientos, a los umbrales del origen (de la obra de arte): la mirada. Rothko, buscando una consumación que sólo se encuentra en el final (¿eso fue lo que obtuvo a los 66 años, cuando decidió terminar con su vida?), pudo prescindir de cualquier separación, dejando que la experiencia (estética) se redujera la irrupción o a la emergencia de la continuidad.






Queda, todavía, un cabo suelto que podemos tratar de atar. Decimos que Rothko borró toda división hacia el interior de la experiencia (estética), pero parece ser cierto que, más hacia afuera, conservó una división muy fuerte: el cuadro, que separa la información del arte de la de la realidad. Arriesgo dos posibles soluciones a este problema: la primera, que por lo que se dijo hasta ahora, cabe deducir que el proyecto de Rothko, dirigido hacia un final, no necesitó romper las divisiones del inicio (y a esta categoría pertenece el cuadro).
La segunda, que la ubicuidad de la herencia de Duchamp resguardó, también a los cuadros de Rothko, de la realidad deficitaria que tenían las obras de arte en otras épocas. El vuelco, aparentemente irreversible, de Duchamp hacia la mirada (y hacia su originalidad), devolvió la pintura al mundo. Si así fuera, Rothko, ya libre de la división en el inicio (o desde esa división elemental que es la mirada), liberó la división en el final, ofreciendo una continuidad insoslayable que sólo puede ser modificada por una forma invisible de adhesión de lo fragmentario.



lunes, 23 de noviembre de 2009

LETRAS Y VOCES

A modo de excepción, contra los hábitos del blog, el post anterior y este están dedicados a, digamos, eventos. Esta vez, los invito mañana, martes 24, a las 19, al Teatro San Martín para la celebración de los cien primeros números de la revista Teatro y de la publicación de unos libros y unos discos. Sobre todo, los invito para que banquemos, con nuestra presencia, la gestión cultural que, desde el espacio público, hace gente  que labura contra la adversidad del gobierno de la ciudad y de los medios privados (masivos) de comunicación. Ahí va la invitación:




miércoles, 18 de noviembre de 2009

LAS RANAS

Con una alegría profunda, anuncio que acaba de salir a la venta el número 6 (primavera-verano 2009) de la revista LAS RANAS -artes, ensayo y traducción.

La alegría no sólo se debe a la celebración de un nuevo número de esta que es, probablemente, la mejor revista cultural del país, sino además a que tengo el honor de publicar en ella poemas de dos libros míos (Impresión de un árbol e Hilo), bajo la edición (en sentido amplio) de Guillermo Saavedra.
A continuación dejo una imagen de la tapa (Paisaje, Eduardo Stupía, 2008) y otra de la contratapa de la revista con un sumario del número.

Quien tenga interés en comprarla, puede conseguirla en algunas de las mejores librerías o bien enviarme un email a gcaldirola@gmail.com.





martes, 17 de noviembre de 2009

INNERES AUGE




Sin cuidado, dejo una traducción apurada y el video de Inneres Auge (El ojo interior), el tema (lírico, antiberlusconiano y místico) con el que empieza el último disco homónimo de Franco Battiato, que lleva por subtítulo El todo es más que la suma de sus partes.





Come un branco di lupi che scende dagli altipiani ululando
o uno sciame di api accanite divoratrici di petali odoranti
precipitano roteando come massi da altissimi monti in rovina.
Uno dice che male c'è a organizzare feste private
con delle belle ragazze per allietare Primari e Servitori dello Stato?

Non ci siamo capiti
e perché mai dovremmo pagare anche gli extra a dei rincoglioniti?
Che cosa possono le Leggi dove regna soltanto il denaro?
La Giustizia non è altro che una pubblica merce...
di cosa vivrebbero ciarlatani e truffatori
se non avessero moneta sonante da gettare come ami tra la gente.

La linea orizzontale ci spinge verso la materia,
quella verticale verso lo spirito.

Con le palpebre chiuse s'intravede un chiarore
che con il tempo e ci vuole pazienza,
si apre allo sguardo interiore: Inneres Auge, Das Innere Auge

La linea orizzontale ci spinge verso la materia,
quella verticale verso lo spirito.
Ma quando ritorno in me, sulla mia via,
a leggere e studiare, ascoltando i grandi del passato...
mi basta una sonata di Corelli, perchè mi meravigli del Creato!




Como una manada de lobos que baja de los altiplanos ululando
o un enjambre de abejas hambrientas devoradoras de pétalos olorosos
se precipitan rodando como piedras de altísimos montes en ruina.

Uno dice: ¿qué tiene de malo organizar fiestas privadas
con bellas chicas para agasajar a Líderes y Servidores del Estado?

No lo hemos entendido,
y, ¿por qué habríamos de pagar también los extras a los pelotudos?
¿Qué pueden las leyes donde reina sólo el dinero?

La justicia no es otra cosa que una mercancía pública...
De qué vivirían charlatanes y estafadores
si no tuvieran dinero en efectivo para echarlo como anzuelo entre la gente.

La línea horizontal nos empuja hacia la materia,
la vertical, hacia el espíritu.

Con los párpados cerrados se vislumbra una claridad
que, con el tiempo, y hace falta paciencia,
se abre a la mirada interior: Inneres Auge, Das Innere Auge

La línea horizontal nos empuja hacia la materia,
la vertical, hacia el espíritu.


Pero cuando vuelvo a mí, por mi camino,
a leer y estudiar, escuchando a los grandes del pasado,
¡me basta una sonata de Corelli para que me maraville la Creación!


miércoles, 11 de noviembre de 2009

EN EL AURA DEL SAUCE




Juan L. Ortiz (1896-1978) ha sido, tal vez, una rama de árbol, una sombra de pájaro, el reflejo de un río -->. Un documental de Marilyn Contardi (1994) y un poema de La orilla que se abisma (1970) pueden darnos un atisbo de la linde sutil, apenas tocada por el aliento, sobre la que se tiende el alma en su poesía.


ALMA, SOBRE LA LINDE...
 
Alma,
        sobre la linde de ese aparecido de amarillo
                                    en una acequia de limbo,
alma,
        por qué tiritas,
si la melancolía, no lo ves?, pasa a su cielo, allá,
                                           casi en seguida
       encima del platino que pareciera el en sí
                                             del río.
                   y encima del infinito que se redime,
                                                    agónicamente,
                                     de las islas?...:
                                    don de amor, por qué no?,
                                                   ella,
don de amor que se revela, es cierto, luego de cernirse
                                     por un imposible de hojillas
                    y un imposible de nomeolvides,
pero que no puede menos de estirarse y estirarse, arriba,
                                            en una iluminación
                                                    de hilas
                   que querrían curar la lividez, aún,
                          de la frente del anochecer
con una demora de rosa solamente, ay, solamente, todavía,
                                      para la veladura del fin...

Es que Junio, en este momento, por ahí
                                              sube, sube de los juncos,
y afila hasta el hielo las pestañas de la soledad
                                 contra las “ánimas” de la crecida,
                                                todas las “ánimas”
que ni al unirse, paradojalmente, y ser la propia desesperación
                                                                  del aire
                                                    yéndose por sus heridas,
              no han de tener otros ecos que ésos de sus letanías
                                 en una invocación como a sí mismas,
                                                                          se dirá,
           en la misma espiral que anhelaría tocar, ay,
                                                             el sentimiento de Sirio. ..
         ello en la línea de ese juego que ha de repetir
                                    en la mirada del miedo
o en la pupila, si quieres, del destino de esas lástimas,
                                los guiños de la eternidad
      o las raicillas que hundirán los años-luz,
                                               en la quimera, también,
                                                de la piedad de un abismo,
cuando los narcisos del origen, tal vez, con sus vigilias de
     milenios,
                                                              y mares de silencio
                                                               entre sí,
        desaparecieran, en qué antes?, bajo los remolinos de las
            tinieblas,
                                                  en las avenidas del éter...
                            o volviesen a su llamamiento del principio
                                                           por los países de Alicia
                                                    hacia el amor de una nube…

Pero qué podrías hacer desde aquí, o desde tras de los visillos…
                                 qué podrías hacer, siquiera,
                                 por esos prójimos de silencio
                         que en este momento han de atar a su “cubil”
                                          para una vela sin vela
                                 entre una vela de estertores y de chasquidos
                                      por ceñirles,
                                                       serpentinamente, las pajas?
                                                     Qué podrías hacer, di?
Podrías, acaso, desenredar ese silencio
                                                      a los fines de la voz
                                           que enfrentará a las “diademas del sur”,
                                                         sí, del mismo “sur”?

—Mas mi privación del presente
no me induce, no, a olvidar la privación que “fantasmea”, me
     permitiríais,
                                     que “fantasmea “ las lamentaciones,
         o que “fantasmea”, mejor, lo que el pajonal ha de decir
                                                              al aguzar una brisa...
Pero quién declararía, quién, que los mismos suspiros
que atraviesan unas muselinas
y se niegan, en realidad, de alguna manera,
                                                                     los suspiros
al unirse y presionar, aunque misteriosamente, sobre las
     ligaduras del atardecer
                                            o la mudez de los anegadizos
                       no pudieran ayudarles, así, a liberar su metal,
                                                         para cuando, a su vez,
deban ellas inundar las constelaciones de las vías
                                                          o del propio frío,
                                             con el coro de las cuentas?
—Sí, pero mientras,
    cuántos, cuántos, sin alcanzar una ramilla
    sobre la espuma y los nudos...
    los nudos...
—Quién sabe... las callosidades hoy día
    se habitúan, ligerísimamente, a calzar las siete leguas…
—Y hacia ellos, después,
    la invasión de lo que ahora sólo ha de dar contra su llanto
                   en el rebote del llanto?
—Si continuasen, desde luego, cerrando la “familia”
                                          a las “compañías” del viaje
                           que deben de esperar, a cada diluvio, desde
                                    lo espectral o lo invisible,
y bajo las lunas, aún,
lo que en el Arca ha de venir
alguna vez, no?:
               las cepas de ese linaje que irá salvando de su noche
                                                        a las sensitivas del agua,
                            en el camino de la mirada que no temblará,
                                  no, en la relación,
                                                           ni en la participación,
                              fuera de los niveles y de la tristeza,
                                                                tal vez...
                              o en el camino del reencuentro, a través del
                                  azul,
                                                              con el presente,
                                                                      quizás,
                   de las criaturas de las profundidades...
y en esa caña, consecuentemente, sin divisiones, del sufí,
                   el hálito, nuevamente, uno, uno,
                       con la melodía...



lunes, 9 de noviembre de 2009

TIBIO ABRIL





Gerard Richter. Waldstück (Porción de bosque), 1965


Atraviesa el bosque tibio abril
consuela siempre al caminante

pensamientos ligeros se unen a las resinas de los pinos
se vuelve clara la mente como nube
pensamientos ligeros se unen a las luces y a los colores
al silencio lejano de las nubes

Entra dentro de las casas tibio abril
despierta al amor a los amantes

me entrego al viento
a los perfumes del tiempo
a los humores de las estaciones
al meridiano

pensamientos ligeros se unen a las resinas de los pinos
al silencio lejano de las nubes



Gerard Richter. Wolken (Nubes), 1970


Franco Battiato, Il vuoto (2007)

viernes, 6 de noviembre de 2009

CISNE





Hoy el viento se abrió,
quedó vacío el aire
una vez más
y el manantial brotó
y nadie está aquí
y puedo ver que sólo estallan las hojas al brillar,
y se produce en esto tanta luz

que ni las piedras ocultan su vida para mí
y parecen dormir,
y puedo ver que sólo estallan las hojas al brillar,


y ya no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas...
no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas
por fin.

En el valle y en el sol
hay una mancha que responde por ti,
todo es uno y es mil a la vez,
la condición de sentir casi todo sin decir...
y ya no hay luna ni dolor en mí
y la arboleda
susurra su canto desigual
y parece callar
y sin embargo una visión atraviesa mi cuerpo...

y ya no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas...
no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas...
por fin...

Y algo precipita que lo veas todo
siempre así,
y no podré olvidar la lucidez,
lo que en mi alma se transformará,
y mientras tanto
en silencio aprenderé

que hoy el viento se abrió,
quedó vacío el aire
una vez más...
y el manantial brotó
y nadie está aquí
y puedo ver
que sólo estallan las hojas al brillar...

y ya no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas...
no hay nada que decir,
así
refleja el cisne así
el agua en sus alas...

Luis Alberto Spinetta, Para los árboles (2003)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

NADA TE TURBE


Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;

fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.


Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.


Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.


Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.


Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.


Santa Teresa de Jesús


Las imágenes muestran New East Window, la obra que realizó la artista  iraní Shirazeh Houshiary 
en un ventanal de la iglesia St. Martin in the Fields de Londres en 2008.