martes, 30 de noviembre de 2010

SIKI SOKU ZE KŪ







Los fenómenos son el vacío (o Todo lo visible es vacío, como está traducido al inglés), ese es el nombre (extraído de un sutra budista) de uno de los cortos de Toshio Matsumoto que subo hoy.
















miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA LUZ




Aunque nos sentemos siempre a la misma hora nunca son iguales las condiciones de luz. Como en el zazen los ojos permanecen semi cerrados (o semi abiertos), de una manera u otra nos afecta la cantidad de luz que entra por las rendijas en las que se transforman los ojos. Tal vez los ojos de los japoneses tengan una mayor tendencia natural hacia la rendija, pero el caso es que para nosotros, occidentales, esa disposición de los ojos resulta no habitual. Los párpados pesan, caen como una persiana desenrollada, pero no llegan a tapar por completo el ángulo de visión. La mirada, dirigida hacia abajo, se encuentra a su vez con el alféizar de la ventana ocular constituido por los párpados inferiores y la zona de la nariz. Entre esas dos oscuridades hay espacio para la luz. No sé cómo será la experiencia de la luz en el zazen monástico, siempre en el mismo lugar y tal vez bajo similares condiciones de luminosidad si usan velas o luz artificial. Tiendo a pensar que también en el caso de los monjes zen hay variaciones en la cantidad y en la calidad de la luz que entra a través de las rendijas de sus ojos. Pero en nuestro caso la luz del exterior siempre tiene incidencia (sobre todo de día), y por lo tanto nos afectan las condiciones climáticas. Decir que nos afectan tal vez sea ir demasiado lejos, pero no cabe duda de que inciden en nuestra retina ocular por lo menos. Luminísticamente, las estaciones dejan ver sus diferencias. Sobre todo si nos sentamos siempre a la misma hora vamos a darnos cuenta de que nuestra puntualidad contrasta con los tiempos de la luz: premurosa en verano o demorada, según sea la sentada matinal o vespertina, reticente en otoño. También nuestra ubicación en el dojo trae consigo las variaciones de la luz.
A veces una luz más o menos intensa dibuja con más opacidad el contorno de la nariz. Según la luz venga de un costado o de otro también va a variar el perfil dominante, tanto que a veces al sentarnos puede parecer por la sola dirección de la luz que nuestro cuerpo está mal alineado. Una luz tenue desdibuja los bordes. En lo personal, prefiero este tipo de luz en la que se confunden los límites de la nariz, los párpados, la pared.
Ciertamente, las condiciones de luz son determinantes durante los primeros minutos del zazen. Después la mirada (se) amolda (a) la luz.
Me gusta la razón que suele darse para no meditar con los ojos cerrados: ¡es para no quedarse dormido!





lunes, 22 de noviembre de 2010

QUÉ QUEDARÁ DE MÍ



(Göreme 2008)


Mesopotamia (Franco Battiato)

Sabés que cuanto más se envejece
más afloran recuerdos lejanísimos
como si fuera ayer
me veo a veces en brazos de mi madre
y escucho aún los tiernos comentarios de mi padre
los almuerzos, los domingos en lo de los abuelos
las ganas y las explosiones irracionales
los primeros pasos
alegría y disgustos.

La primera gota blanca, qué susto
y qué placer extraño
y un enamoramiento sin sentido
por ley natural a esa edad
los primeros acordes en un órgano de iglesia en la sacristía
y un dogmático respeto por las instituciones.

Qué quedará de mí, del tránsito terrestre
de todas las impresiones que he tenido en esta vida?

Me gustan las elecciones radicales
la muerte consciente que se autoimpuso Sócrates
y la desaparición misteriosa y única de Majorana
la vida cínica e interesante de Landolfi
opuesto pero cercano a un monje birmano
o la misantropía celeste en Benedetti Michelangeli.

También yo, mirándome bien, vivo hace milenios
y vengo derecho desde la civilización más alta de los sumerios
del arte cuneiforme de los escribas
y duermo a menudo en una bolsa de dormir
porque no quiero perder los contactos con la tierra

El valle entre dos ríos de la Mesopotamia
que vio en sus riveras Isaac de Nínive.

Qué quedará de mí, del tránsito terrestre,
de todas las impresiones que tenemos en esta vida?







Recordad a Dios para que, sin cesar, él os recuerde, pues recordándoos os salvará y recibiréis todos sus bienes. No lo olvidéis en vanas distracciones si no queréis que él os olvide en el momento de vuestras tentaciones.
En la prosperidad, permaneced cerca de él en obediencia; tendréis así seguridad de palabra ante él cuando os encontréis apenados, por el hecho de que vuestra oración os impulsa sin cesar hacia él en vuestro corazón. Manteneos sin cesar ante su faz, pensando en él, conservando su recuerdo en vuestro corazón; de lo contrario os arriesgáis, viéndolo sólo de tanto en tanto, a carecer de seguridad con él, por culpa de vuestra timidez. La frecuentación continua, entre los hombres, se ejerce por la presencia corporal; la frecuentación continua de Dios es una meditación del alma y una ofrenda en la oración.
Cuando la virtud del vino penetra en las venas, el intelecto olvida el detalle y la diferenciación de las cosas; cuando el recuerdo de Dios se apodera del alma, el recuerdo de las cosas visibles se desvanece del corazón.
Cuando alguien inspecciona su alma a cada instante, su corazón disfruta revelaciones. Aquel que conduce su contemplación hacia su interior contempla el resplandor del Espíritu; aquel que despreció la disipación contempla a su Señor en el interior de su corazón. Aquel que quiere ver al Señor se aplica a purificar su corazón por un recuerdo ininterrumpido de Dios, de ese modo verá al Señor en todo momento en el resplandor de su intelecto. Como el pez fuera del agua, él se aparta del intelecto que abandona el recuerdo de Dios dejándose dominar por el recuerdo del mundo.

Isaac de Nínive (Filocalia)

lunes, 15 de noviembre de 2010

MI MUNDO ES HOY






Dando vida una vez más a la postura que Matsuo Bashō, el gran poeta del haiku, adoptaba cuando decía: "No busco el camino de los antiguos. Busco lo que ellos buscaron", Abbas Kiarostami, en las cinco tomas largas que componen su película Five -dedicated to Yasujiro Ozu, hace otro tanto con el no tan antiguo, pero sí clásico, autor de cine japonés. Esa postura en relación a la herencia podría ser bien complementada, me parece, con una frase que oí decir al músico brasileño Paulinho da Viola con respecto a su propia tradición sambista: "Mi tiempo es hoy. Yo no vivo en el pasado, el pasado vive en mí". 
En zazen, el cuerpo sedente toma esa misma postura. Cuando el maestro Dogen dice que aprender el Zen es descubrir nuestra naturaleza original de Buda no está diciendo que tenemos que volvernos budistas sino que tenemos que volvernos Buda, despertar como él lo hizo. Esa postura, hecha carne en nuestro cuerpo presente, da vida al mismo tiempo a toda una tradición de cuerpos sentados que se actualiza en nuestra meditación. Aquí y hora también quiere decir todo esto.





Meu mundo é hoje. Paulinho da Viola





Five. Abbas Kiarostami






Tokio monogatari. Yasujiro Ozu.

jueves, 11 de noviembre de 2010

LA CABEZA (TADA)




Michitaro Tada, en su libro-cuerpo Karada (Cuerpo), que lleva por subtítulo El cuerpo en la cultura japonesa, dedica una sección de su reflexión a cada segmento corporal (de arriba abajo). Lo que acá dejo son fragmentos de la primera parte del libro, Atama / La cabeza. En otra ocasión subiré algo de las partes más bajas (por ejemplo es especialmente interesante la sección dedicada a Hara / El viente). Es curioso que en la parte que dedica a la cabeza se la pase hablando del dormir. ¿Por qué motivo asociará Tada la cabeza con el dormir en una cultura donde, por cierto, ocupa un lugar tan importante la figura de Buda, que literalmente quiere decir 'el despierto'? No lo sé.





Nezo mo kosei no hyogen
La postura que adoptamos al dormir es una expresión del individuo
(...)
Las posturas en el sueño son un asunto individual. Tenemos una expresión -makura o takaku shite neru (dormir sobre una almohada alta)- pero la altura de la almohada depende mucho del gusto de cada uno. Hay quienes se mueven con tanta violencia durante la noche que no pueden usar una almohada de ningún tipo. Según Desmond Morris, un ser humano cambia de postura mientras duerme entre cuarenta y setenta veces por noche. Y como las posiciones que asume el cuerpo son expresiones individuales, otro investigador, Samuel Dunkell, ha llevado su indagación en este tema al punto de iniciar un programa de investigación para interpretar el lenguaje de la gestualidad nocturna.
Comer, por cierto, es también un asunto individual. Aunque dos personas tomaran del mismo vaso, por lo general querrán dos sorbetes. Lo mismo sucede con el dormir. Los ronquidos y el rechinar de dientes del otro resultan intolerables. Pero uno no siente la más mínima molestia con el propio roncar. El buen apetito y el buen descanso son elementales para la buena salud, pero cada individuo tiene sus propios hábitos para comer y dormir, y cada hábito es personal y puede entrar en conflicto con los hábitos del otro. Por lo tanto, un sistema muy estricto de buenos modales para las comidas fue desarrollado por nuestros ancestros, y tales sistemas han sido un mecanismo humano para cultivar el sentimiento social.¿Pero qué sucede con el tema de dormir? (...)
Últimamente, cuando dormía con nuestro pequeño perro, observaba lo siguiente: el perro apoyaba su mentón sobre mi brazo y dormía con la mayor felicidad. Mi brazo se convertía no sólo en un objeto de utilidad para sostener el peso de su cabeza, sino también en una garantía y un símbolo de amor. Un antiguo tanka dice:

Haru no yo no
     Mi brazo como almohada
yumebakari naru
     apoya tan solo
tamakura ni
     mi sueño de una noche de primavera;
kai naku tatamu
     tristemente, si conocieran mi nombre,
na koso oshikere
     me avergonzaría.

Los aristócratas -quienes desde mucho tiempo atrás podían llevar vidas individuales, es decir con un espacio propio para cada individuo- pueden haber usado almohadas de cerámica, pero la gente común siempre ha tenido el amor y la seguridad garantizados por la proximidad del otro y el uso del brazo suyo como almohada. En tal caso, tal vez deba buscar el origen de la almohada en la ese nocturna del soltero mientras duerme, o sea del hombre que sufre la soledad y duerme aferrado a un almohadón. En conexión con este tópico, vale notar que el origen de la almohada, en todas partes del mundo, es anterior a la invención de la ropa y de un mueble que serviría para el descanso como la cama. El futon, por ejemplo, que nosotros los japoneses usamos para dormir, tuvo su origen en Osaka recién en el período Genroku.





Temakura hakanai (Jikansei)
La atemporalidad de todo

Al evocar el tanka citado anteriormente, me viene a la mente una expresión idiomática muy grata que dice que "los amantes intercambian almohadas". Estas almohadas, desde luego, deben ser los brazos de cada uno de los amantes. Pensando en la famosa recopilación antigua Hyakkunin-Isshu (Cien poemas escritos por cien personas), me puse a feflexionar sobre los orígenes históricos y culturales de la palabra japonesa makura (almohada). Por si acaso, aclaro que no se trata de una formulación académica sino de algo que de pronto se me ocurrió y que tal vez sea una buena idea. ¿No podría la almohada ser simplemente un sustituto del brazo? ¿Acaso no es correcto decir que la almohada funciona como un brazo o una mano para sostener algo? Tal ha sido mi pensamiento impulsivo.
(...)
En mi casa teníamos un pequeño perro. Casi completo lo anterior con "callejero y mestizo" pero en realidad se trataba de un perro de raza: era un Yorkshire Terrier. Mi esposa y mi hija lo recogieron en el centro de la ciudad. Lo habían encontrado cerca de la vía del tren y el animal las siguió hasta nuestra casa, por lo que nos sentimos obligados a alojarlo. El dueño del perro nunca apareció.
Su nombre era Chibi (Pequeñito) y aún de adulto tenía un tamaño modesto. A la noche el perro visitaba alternativamente el futon de mi esposa y el mío. Iba y venía una y otra vez entre ambos lugares hasta cerrar la ceremonia al apoyar la cabeza sobre mi brazo y adularme así de manera realmente gratificante. Nunca apoyaba el cuello sobre mi brazo como un ser humano hubiera hecho, sino que colocaba ya el mentón y dormía lo más cómodamente con mi brazo como su makura o almohada.
Ya que no se trataba de una relación con una dimensión erótica, nuestro perro debía buscar establecer un vínculo de amor. A decir verdad, sólo me tenía convencido de esto, pero el perro ya no está aquí como para poder comprobar esta teoría. Mi hija, que lo había encontrado, también ha fallecido. Sólo mi pobre teoría -esta hipótesis que tengo acerca de lo que simboliza la almohada- sigue con vida y ánimo, latiendo como un corazón. (...)
La almohada es el símbolo del jikansei, aquella atemporalidad consistente aunque también etérea que posee la naturaleza. Se trata de eso, y no de la cualidad de la mono (la sustancia o la cosa concreta). Entre despertar y dormir hay un tiempo íntimo que denominamos makura. Chibi no podía ni inventar ni descubrir aquello llamado makura, pero me ha dejado el recuerdo de aquel tipo de tiempo profundo.
La historia de cómo los seres humanos inventaron la makura se debe remontar a la remota antigüedad. Me sorprendí al encontrar una explicación, escrita en el siglo III a.C., y otra más impresa sobre un apoyacabezas chino del siglo VIII. Estos maravillosos objetos de arte son, sin embargo, las obras de una civilización que lucha por formalizar la postura humana durante el sueño. Tal es el karma de todo este asunto. Un ser humano está ligado a la almohada, forzado a dormir en una posición que se aproxima a la que tendrá en la muerte, ¿no es así?




(las fotos son de Hiroyo Kaneko)
(en la transcripción fragmentaria del texto evité las notas al pie para adaptar el texto al formato del blog, el que esté interesado me escribe y le envío el texto entero)

domingo, 7 de noviembre de 2010

UN SAUCE ME LO CONTÓ



Andan dando vueltas estos días por la red (y pescamos con ánimo de gurí), a modo de adelanto del disco inminente del fino autor uruguayo Fernando Cabrera, Canciones propias, hecho de dieciséis canciones cuidadosamente elegidas del repertorio uruguayo, tres temas de los cuales hoy quiero colgar dos, El tero tero, de Marcos Velásquez, y Gurí Pescador, de Osiris Rodríguez Castillos.








El tero tero (Marcos Velasquez)


Compañeros tero tero
Tero somos del bañao
Y los del bañao entero
Tero nos hemos juntao.

Es cosa importante tero
Tero mantenerse unidos
Gritar tero en una parte
Y tener en otra el nido.

Tero tero tero tero
-¡Muy bien por el compañero!

Los que gritan cerca'el nido
Tero es porque los protegen
Tero y no corren peligro
De que sin nido los dejen.

¿Pero al tero'e que le sirve
Gritar tero tero tero
Si cualquier pillo en la boina
Se les lleva el nido entero?

Tero tero tero tero
-¡Muy bien por el compañero!

Cuantos teros han quedado
Tero sin nido ni nada
Tero tero en un jardín
Con las alas recortadas.

Compañeros tero tero
Patoteros hay pa' rato
Pero el pato no es un tero
Ni los teros somos patos!

Tero tero tero tero
-¡Muy bien por el compañero!








Gurí pescador (Osiris R Castillos)

Hay un reino bajo el agua
un sauce me lo contó
donde el pejerrey escucha
y canta el bagre cantor.
En la taipa de un asube
yo vi un gurí pescador
que confundiendo a las piavas
les cantaba esta canción.

Tararira,
qué arisca y sabia que estás,
anzuelo que cae al agua,
mojarra que te llevás,
pica pica, Tararira,
plata viva del juncal,
mientras no se corte el hilo
junto al agua me hallarás.

Y yo que crecí en silencio
bajo los sauces del Yí
cobrizo de soles largos
comprendo bien al gurí,
siempre la suerte fue esquiva
con los peces para mí
pero él me enseñó estas coplas
que alumbran como un candil:


Tararira, 
qué arisca y sabia que estás,
anzuelo que cae al agua, 
mojarra que te llevás, 
pica pica, Tararira, 
plata viva del juncal, 
mientras no se corte el hilo
junto al agua me hallarás.