jueves, 11 de noviembre de 2010

LA CABEZA (TADA)




Michitaro Tada, en su libro-cuerpo Karada (Cuerpo), que lleva por subtítulo El cuerpo en la cultura japonesa, dedica una sección de su reflexión a cada segmento corporal (de arriba abajo). Lo que acá dejo son fragmentos de la primera parte del libro, Atama / La cabeza. En otra ocasión subiré algo de las partes más bajas (por ejemplo es especialmente interesante la sección dedicada a Hara / El viente). Es curioso que en la parte que dedica a la cabeza se la pase hablando del dormir. ¿Por qué motivo asociará Tada la cabeza con el dormir en una cultura donde, por cierto, ocupa un lugar tan importante la figura de Buda, que literalmente quiere decir 'el despierto'? No lo sé.





Nezo mo kosei no hyogen
La postura que adoptamos al dormir es una expresión del individuo
(...)
Las posturas en el sueño son un asunto individual. Tenemos una expresión -makura o takaku shite neru (dormir sobre una almohada alta)- pero la altura de la almohada depende mucho del gusto de cada uno. Hay quienes se mueven con tanta violencia durante la noche que no pueden usar una almohada de ningún tipo. Según Desmond Morris, un ser humano cambia de postura mientras duerme entre cuarenta y setenta veces por noche. Y como las posiciones que asume el cuerpo son expresiones individuales, otro investigador, Samuel Dunkell, ha llevado su indagación en este tema al punto de iniciar un programa de investigación para interpretar el lenguaje de la gestualidad nocturna.
Comer, por cierto, es también un asunto individual. Aunque dos personas tomaran del mismo vaso, por lo general querrán dos sorbetes. Lo mismo sucede con el dormir. Los ronquidos y el rechinar de dientes del otro resultan intolerables. Pero uno no siente la más mínima molestia con el propio roncar. El buen apetito y el buen descanso son elementales para la buena salud, pero cada individuo tiene sus propios hábitos para comer y dormir, y cada hábito es personal y puede entrar en conflicto con los hábitos del otro. Por lo tanto, un sistema muy estricto de buenos modales para las comidas fue desarrollado por nuestros ancestros, y tales sistemas han sido un mecanismo humano para cultivar el sentimiento social.¿Pero qué sucede con el tema de dormir? (...)
Últimamente, cuando dormía con nuestro pequeño perro, observaba lo siguiente: el perro apoyaba su mentón sobre mi brazo y dormía con la mayor felicidad. Mi brazo se convertía no sólo en un objeto de utilidad para sostener el peso de su cabeza, sino también en una garantía y un símbolo de amor. Un antiguo tanka dice:

Haru no yo no
     Mi brazo como almohada
yumebakari naru
     apoya tan solo
tamakura ni
     mi sueño de una noche de primavera;
kai naku tatamu
     tristemente, si conocieran mi nombre,
na koso oshikere
     me avergonzaría.

Los aristócratas -quienes desde mucho tiempo atrás podían llevar vidas individuales, es decir con un espacio propio para cada individuo- pueden haber usado almohadas de cerámica, pero la gente común siempre ha tenido el amor y la seguridad garantizados por la proximidad del otro y el uso del brazo suyo como almohada. En tal caso, tal vez deba buscar el origen de la almohada en la ese nocturna del soltero mientras duerme, o sea del hombre que sufre la soledad y duerme aferrado a un almohadón. En conexión con este tópico, vale notar que el origen de la almohada, en todas partes del mundo, es anterior a la invención de la ropa y de un mueble que serviría para el descanso como la cama. El futon, por ejemplo, que nosotros los japoneses usamos para dormir, tuvo su origen en Osaka recién en el período Genroku.





Temakura hakanai (Jikansei)
La atemporalidad de todo

Al evocar el tanka citado anteriormente, me viene a la mente una expresión idiomática muy grata que dice que "los amantes intercambian almohadas". Estas almohadas, desde luego, deben ser los brazos de cada uno de los amantes. Pensando en la famosa recopilación antigua Hyakkunin-Isshu (Cien poemas escritos por cien personas), me puse a feflexionar sobre los orígenes históricos y culturales de la palabra japonesa makura (almohada). Por si acaso, aclaro que no se trata de una formulación académica sino de algo que de pronto se me ocurrió y que tal vez sea una buena idea. ¿No podría la almohada ser simplemente un sustituto del brazo? ¿Acaso no es correcto decir que la almohada funciona como un brazo o una mano para sostener algo? Tal ha sido mi pensamiento impulsivo.
(...)
En mi casa teníamos un pequeño perro. Casi completo lo anterior con "callejero y mestizo" pero en realidad se trataba de un perro de raza: era un Yorkshire Terrier. Mi esposa y mi hija lo recogieron en el centro de la ciudad. Lo habían encontrado cerca de la vía del tren y el animal las siguió hasta nuestra casa, por lo que nos sentimos obligados a alojarlo. El dueño del perro nunca apareció.
Su nombre era Chibi (Pequeñito) y aún de adulto tenía un tamaño modesto. A la noche el perro visitaba alternativamente el futon de mi esposa y el mío. Iba y venía una y otra vez entre ambos lugares hasta cerrar la ceremonia al apoyar la cabeza sobre mi brazo y adularme así de manera realmente gratificante. Nunca apoyaba el cuello sobre mi brazo como un ser humano hubiera hecho, sino que colocaba ya el mentón y dormía lo más cómodamente con mi brazo como su makura o almohada.
Ya que no se trataba de una relación con una dimensión erótica, nuestro perro debía buscar establecer un vínculo de amor. A decir verdad, sólo me tenía convencido de esto, pero el perro ya no está aquí como para poder comprobar esta teoría. Mi hija, que lo había encontrado, también ha fallecido. Sólo mi pobre teoría -esta hipótesis que tengo acerca de lo que simboliza la almohada- sigue con vida y ánimo, latiendo como un corazón. (...)
La almohada es el símbolo del jikansei, aquella atemporalidad consistente aunque también etérea que posee la naturaleza. Se trata de eso, y no de la cualidad de la mono (la sustancia o la cosa concreta). Entre despertar y dormir hay un tiempo íntimo que denominamos makura. Chibi no podía ni inventar ni descubrir aquello llamado makura, pero me ha dejado el recuerdo de aquel tipo de tiempo profundo.
La historia de cómo los seres humanos inventaron la makura se debe remontar a la remota antigüedad. Me sorprendí al encontrar una explicación, escrita en el siglo III a.C., y otra más impresa sobre un apoyacabezas chino del siglo VIII. Estos maravillosos objetos de arte son, sin embargo, las obras de una civilización que lucha por formalizar la postura humana durante el sueño. Tal es el karma de todo este asunto. Un ser humano está ligado a la almohada, forzado a dormir en una posición que se aproxima a la que tendrá en la muerte, ¿no es así?




(las fotos son de Hiroyo Kaneko)
(en la transcripción fragmentaria del texto evité las notas al pie para adaptar el texto al formato del blog, el que esté interesado me escribe y le envío el texto entero)