jueves, 15 de octubre de 2009

JESÚS VIVE


 
UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ESCRITURAS PUEDE SER VERDADERA AUNQUE NO CORRESPONDA AL SENTIDO PENSADO POR EL ESCRITOR

XII. 18. 27. Habiendo oído y considerado todo lo dicho, no quiero discutir sobre palabras, porque eso de nada sirve, si no es para destruir a los oyentes. Para edificación, en cambio, es buena la Ley, con la condición de que sea la use de modo legítimo, porque su fin es la caridad, que proviene de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no simulada. Y nuestro Maestro sabe de qué dos preceptos hizo depender toda la Ley y los profetas. A mí, que proclamo esto ardorosamente, Dios mío, luz de mis ojos en lo oculto, ¿en qué me afecta que en las palabras citadas puedan entenderse diferentes significados, que sin embargo sean verdaderos? ¿En qué me afecta, digo, si yo entiendo algo distinto de lo que otro entiende que entendió el escritor? Claro está que todos los que leemos nos esforzamos por indagar y captar lo que quiso decir el autor que leemos, y cuando creemos que dice la verdad, no nos atrevemos a pensar que haya dicho nada que sabemos u opinamos que es falso. Por lo tanto, aun cuando cada cual intenta entender en las santas Escrituras lo que entendió el que escribió, ¿qué hay de malo si entiende algo que tú, luz de todas las inteligencias verídicas, muestras que es verdad, incluso si no es lo que entendió aquel a quien lee, aunque este también entendió algo verdadero, pero no eso?
(CONFESIONES, San Agustín, Traducción de Gustavo A. Piemonte en Buenos Aires, Colihue, 2006).