Del filósofo (también se le conocen otras profesiones: poeta, músico, guionista) Manlio Sgalambro (1924, Sicilia), inédito en español, traduzco fragmentos de su libro fragmentario Del pensare breve (Adelphi edizioni, 1991).
-->
Antiagustinismo. La verdad sobreviene al individuo como un incidente, desde afuera.
«Intellectum vero valde ama». El abajamiento general de la inteligencia, por lo que respecta a la tendencia que expresa, es una mortificación voluntaria. La inteligencia, en cuyo fuego ardemos, es la sede y la fuente de la insidia en la que estamos caídos. Ella es la rueda de Ixión, el suplicio que se sacude desde lo profundo y que emerge en la brea del dolor más tenebroso. La voluntad de por sí es estúpida. Reconocemos el gran error de reponer en ella el tormento. Incautos seguimos seducciones peores que el mal que reprochamos. Pero la voluntad, la tonta voluntad, no era culpable. Yo ya practico el pensamiento sin amarlo. Disgustado de su sutil corrupción. ‘Intelectual’ me parece más indigno que ‘sensual’. En suma, las tentaciones del intelecto me parecen obscenos dibujos, fantasías lúbricas. Querría decirlo: en ellas siento la presencia del pecado original. Invoco la estupidez.
Conocimiento común. Si alguna vez pienso en el fin de una sociedad emancipada –pocas veces, porque detesto el mismo concepto de sociedad– lo pongo en el logro de un conocimiento común, en el cual sea posible a todos aquello que ha sido posible para mí. Este conocimiento sería completo y dado todo de una vez. En el fondo un estado de ánimo, en el cual no habría nada más. Quedarse mirando, mecer la cabeza siguiendo un ritmo lejano y dejar que se apague lentamente el pensamiento.
Neoplatonismo. La idea de lo visible encanta, no aquello que se ve.
-->
La impotencia del pensamiento. Cuando el pensamiento se retrae, exhausto, queda sólo la rabia de que aquello que se pensó sea solamente pensamiento y no rayo, trueno, juicio de Dios, dies irae. Que el curso de las cosas continúe igual y el canalla no esté muerto fulminado. Pero luego, cuando el pensamiento vuelve, se lo acoge con acentos conmovidos. Y precisamente de este pensamiento inane se hace el elogio y de su impotencia. La impotencia del pensamiento es la barrera puesta a él para impedirle un delito.
Pedimos vanamente. ¿Qué locura pide que una acción no sólo sea, sino que además sea buena? Qué misterio.
Breve teoría del perdón. Se perdonan aquellos que nos han ofendido porque así la cuenta da: una ofensa cada uno. Pero esta última es mortal.
A los teólogos de lo Totalmente Otro: Dios es lo Totalmente Esto.
Escisión de la mente. Por lo que a mí respecta, no creeré nunca que la escisión del átomo pueda producir tantas destrucciones como las que produce la escisión de la mente.
Cuadros de Franco Battiato