El prefacio
Yo le leo el Prefacio que ha crecido:
Desnudo en una bolsa de dormir de un velero
Aquí en un pico de pelícano guardado
Se pone tenso el músculo de un brazo
Un falo de madera cae al mar a lo lejos
Por las paredes de los rascacielos
El calor y el silencio suben de nave en nave
Obsesivo verano de fotógrafo en fotógrafo
Ojos del Arponero que rayan lo que miran
Ser de avenidas verticales que jamás fue azotado
Poesía piel de cebra solitaria en un living
Saqueado por las playas como un útero
Piel de ola en cárcel lejos de los hijos
Faro pintado a rayas por soldados romanos
Palo de peluquero para la piel del Rey cebra de sangre
Por sus tijeras negras sobre el piso
Pasan sin herirse las violetas y vuelan
Llegan se arremolinan velocísimas
Un anca de violetas es el viento un instante
Sobre mi frente en el velero entre las islas
Invisibles tijeras desde el Faro de Gólgota
Descendiendo ascendiendo por la escotilla abierta
Trabaja lentamente en mi cabeza el Himen
Para que me permitan ir a Verte
Príncipe inmóvil de las peluquerías
Porque no puedo hacer la verdad que hace falta
Me ha tocado el papel de estar de espaldas
Y amanece amanece amanece amanece
Pero después de oírlo me pregunta:
Trabaja lentamente en mi cabeza el Himen
Para que me permitan ir a Verte
o
Trabaja lentamente en mi cabeza el Himen
Para que me permitan ir a Verte y a verme
Pasando por su Luz para llegar al Vientre?
Y también me pregunta:
Porque no puedo hacer la verdad que hace falta
o
Porque no puedo hacer con mi mirada
Esa verdad sin rayas de furia que hace falta?
Y además me pregunta:
Obsesivo verano de fotógrafo en fotógrafo
o
Obsesivo fotógrafo de verano en verano?
Y por último me pregunta:
Príncipe inmóvil de las peluquerías
o
Hombre que fornica mientras espera el Reino?
El escorial
A Miguel
Y después me dice:
-Además no creo que ningún rascacielos
A la luz de las siestas de verano
Con un piso muy alto
Con una piel de cebra solitaria en un living
Ser un Arponero que raya con sus ojos lo que mira
Ni un Ser de avenidas verticales que nunca fue azotado
Pero de todos modos
Delante de una luz de una columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De una iglesia vecina
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -me dice
Nunca supo en qué piso y con un joven rico
Que veinte años después fue arrebatado por guerrilleros
Antes de conocerla dejó allí de ser virgen
La que él vio una mañana "caminar por el aire"
(Mejor que por el aire yo diría):
Iba andando descalza y feliz por la rama
Con las piernas desnudas con los brazos abiertos
Y alrededor de ella todas brillando se agitaban
Nada más que las hojas de dos álamos
Mientras todos los sauces de la orilla del río
(Como ella dijo entonces) permanecían quietos
Y conviene contarlo todo de vuelta Era verano
Había mucha luz Ella hacía equilibrio
Sobre una rama seca y larga y se agitaban
Nada más que todas las hojas de dos álamos
Pero lo cierto es que delante de la luz de esa columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De la iglesia vecina
Y en donde ella fue virgen antes de conocerlo
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -me dice-
De que ella en otra vida un día haga equilibrio
y él no pueda mirarla
-Delante de la luz de esa columna
Tengo miedo -le digo- y no sólo de eso:
Hace ya años regalé las botas
Con las que me paraba salía y me perdía
Como esa vez sobre El Escorial una tarde de otoño
Yo en silencio mirando una campana
Que en vez de estar con todas allá abajo
Seguía iluminada por la luz de la tarde
No lejos de mi cuerpo en la cafetería
En otra mesa cuatro mujeres bien vestidas
Tomando chocolate
Y riéndose y hablando de maridos y amigos
En Madrid o de viaje
Y yo parándome pasando saludándolas yéndome
Sabiendo que en seguida iba a perderme
Tengo miedo -le digo- porque nunca
Me perdí tanto como esa tarde sobre El Escorial
Y mis ojos sólo ven y sé quién soy
Cuando me paro salgo y me pierdo
Y nunca más volveré a encontrar a esas cuatro mujeres
Bien vestidas tomando chocolate
Y hablando de Madrid en la otra mesa
Y yo escuchándolas parándome pasando saludándolas
Subiendo que en seguida iba a perderme como
un hombre...
-Me gusta esa manera de escribir -me dice
-No estoy escribiendo -le digo- Estoy hablando:
Yo puedo hachar todo el día
Pero no puedo cavar todo el día
No puedo cavar en ningún lado
Sin estar esperando que aparezca de pronto
Un soldado de plomo entre mis pies desnudos
Así es la tierra en todos lados No perdona
Y delante de la luz de esa columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De la iglesia vecina
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -le digo-
De no poder perderse nunca más en su vida
Junto a los saltos del Uruguaí yo hachaba un sábado
Y a la hora del almuerzo estaba bañándome
Entre los saltos
Y ningún gong me llamaba a almorzar Y si algún gong
Me llamaba
Era imposible oírlo entre los saltos
-Me gusta esa manera de hablar -me dice
-Ya no estoy hablando -le digo- Sólo estoy recordando
Porque tengo miedo:
Mi cabeza para nacer cruza el fuego del mundo
Pero con una serpentina de agua helada en la memoria
Y le pido socorro
Las paralelas
-Además no creo que ningún rascacielos
A la luz de las siestas de verano
Con un piso muy alto
Con una piel de cebra solitaria en un living
Ser un Arponero que raya con sus ojos lo que mira
Ni un Ser de avenidas verticales que nunca fue azotado
Pero de todos modos
Delante de una luz de una columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De una iglesia vecina
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -me dice
Nunca supo en qué piso y con un joven rico
Que veinte años después fue arrebatado por guerrilleros
Antes de conocerla dejó allí de ser virgen
La que él vio una mañana "caminar por el aire"
(Mejor que por el aire yo diría):
Iba andando descalza y feliz por la rama
Con las piernas desnudas con los brazos abiertos
Y alrededor de ella todas brillando se agitaban
Nada más que las hojas de dos álamos
Mientras todos los sauces de la orilla del río
(Como ella dijo entonces) permanecían quietos
Y conviene contarlo todo de vuelta Era verano
Había mucha luz Ella hacía equilibrio
Sobre una rama seca y larga y se agitaban
Nada más que todas las hojas de dos álamos
Pero lo cierto es que delante de la luz de esa columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De la iglesia vecina
Y en donde ella fue virgen antes de conocerlo
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -me dice-
De que ella en otra vida un día haga equilibrio
y él no pueda mirarla
-Delante de la luz de esa columna
Tengo miedo -le digo- y no sólo de eso:
Hace ya años regalé las botas
Con las que me paraba salía y me perdía
Como esa vez sobre El Escorial una tarde de otoño
Yo en silencio mirando una campana
Que en vez de estar con todas allá abajo
Seguía iluminada por la luz de la tarde
No lejos de mi cuerpo en la cafetería
En otra mesa cuatro mujeres bien vestidas
Tomando chocolate
Y riéndose y hablando de maridos y amigos
En Madrid o de viaje
Y yo parándome pasando saludándolas yéndome
Sabiendo que en seguida iba a perderme
Tengo miedo -le digo- porque nunca
Me perdí tanto como esa tarde sobre El Escorial
Y mis ojos sólo ven y sé quién soy
Cuando me paro salgo y me pierdo
Y nunca más volveré a encontrar a esas cuatro mujeres
Bien vestidas tomando chocolate
Y hablando de Madrid en la otra mesa
Y yo escuchándolas parándome pasando saludándolas
Subiendo que en seguida iba a perderme como
un hombre...
-Me gusta esa manera de escribir -me dice
-No estoy escribiendo -le digo- Estoy hablando:
Yo puedo hachar todo el día
Pero no puedo cavar todo el día
No puedo cavar en ningún lado
Sin estar esperando que aparezca de pronto
Un soldado de plomo entre mis pies desnudos
Así es la tierra en todos lados No perdona
Y delante de la luz de esa columna
Que mira con más atención que a las cúpulas verdes
De la iglesia vecina
Aquí-amanece-gris-y-el-viento-trae-violetas
Tiene miedo -le digo-
De no poder perderse nunca más en su vida
Junto a los saltos del Uruguaí yo hachaba un sábado
Y a la hora del almuerzo estaba bañándome
Entre los saltos
Y ningún gong me llamaba a almorzar Y si algún gong
Me llamaba
Era imposible oírlo entre los saltos
-Me gusta esa manera de hablar -me dice
-Ya no estoy hablando -le digo- Sólo estoy recordando
Porque tengo miedo:
Mi cabeza para nacer cruza el fuego del mundo
Pero con una serpentina de agua helada en la memoria
Y le pido socorro
Las paralelas
-Y antes de El Escorial? -me pregunta
-Antes de El Escorial yo sabía muy poco de mujeres
En mi vida había una mujer
En mi vida había una mujer
Las dos estaban en la misma playa
Y no se hablaban pero se miraban
Y a mí me parecía que no se separaban
Todo lo que podían separarse esos días
Me alejaba del mar y dibujaba
Casas viejas entre árboles
Lo más enmarañado que encontraba
Hasta que las sombras de pronto eran muy cortas
Y mis hombros ardían demasiado
Entonces descendía a un lugar en otra costa
Donde nunca había nadie
Porque la gente allá no se detiene
Donde nunca ve a nadie
Y menos todavía se detiene
Donde ve a un hombre solo sin camisa
Dejaba los dibujos sobre la arena y estiraba
Los dedos nadando hasta que se olvidaban
De que podían flexionarse
Y después regresaba con mis dibujos enmarañados
A almorzar con mis hijos a tomar un respiro
Hasta que una mañana
Llevé conmigo hasta esa costa a una mujer
Y entré con ella un metro en ese mar
Donde nadaba siempre solo
Y a la nueva mañana
Llevé de nuevo hasta esa costa a una mujer
Y entré con ella un metro en ese mar
Donde nadaba sólo los días que estaba solo
La luz el agua la hora no sabían qué día era
Y de las dos mañanas se hacía un mediodía
Donde las dos mujeres mirando hacia adelante
Me flanqueaban en paz al mismo tiempo
Y entonces con el mar hasta el pecho un segundo
Yo pensé que el amor podía ser de paralelas
Y pensé que entre esas paralelas
Podría sostenerme en el mar muchos años
-Quiero oírte de nuevo -me dice
-Antes de El Escorial yo sabía muy poco de mujeres
En mi vida había una mujer
En mi vida había una mujer
Ahora yo soy más joven que ellas o lo parezco
Pero en ese verano
En esos días azules
Teníamos los tres la misma edad y éramos jóvenes
-Quiero oírte de nuevo -me dice
-Antes de El Escorial yo sabía muy poco de mujeres
Yo era mucho más joven y amaba el mar -le digo
En mi vida había una mujer
En mi vida había una mujer
Eran solamente y parecían de madera:
Podían sostenerme en el mar con mis hijos
-Quiero oírte de nuevo -me dice
-Ahora quiero escribir un poema -le digo
HÉCTOR VIEL TÉMPERLEY (Buenos Aires, 1933-1987)