Pero no es sólo una asana transitiva, también se practica como una postura en sí misma. “Tādāsana indica una postura en la que se debe permanecer de pie, firme y erguido como una montaña” (Iyengar). Simbólicamente, en Tadasana tenemos, como una montaña, una base de apoyo arraigada en el suelo, segura y estable y una cima (la coronilla) que se eleva hacia el cielo. Para conquistar una estabilidad auténtica, quizás debamos empezar entregándonos al movimiento que nuestro cuerpo nos imponga (a veces un vaivén apenas perceptible), desbloqueando nuestras tensiones para, una vez conectados con nuestros movimientos íntimos, buscar su sosiego y nuestra firme quietud.
· Colóquese de pie, erguido, con los pies juntos, con los talones y los dedos gordos de ambos pies en contacto. Apoye el extremo de los metatarsianos en el suelo y estire todos los dedos de los pies en el suelo.
· Tense las rodillas y suba las rótulas, contraiga las caderas y suba los músculos posteriores de los muslos.
· Mantenga el vientre dentro, el pecho hacia delante, la columna estirada hacia arriba y el cuello erguido.
· No cargue exclusivamente el peso del cuerpo en los talones o en los dedos de los pies sino que debe distribuirlo por igual entre ambas zonas.
· Idealmente en Tadasana los brazos deberían hallarse extendidos y elevados por encima de la cabeza pero por razones de conveniencia pueden mantenerse a ambos lados de los muslos.
Efectos (según Iyengar):
--> La gente no presta la debida atención a la manera correcta de estar de pie. Algunos cargan exclusivamente el peso del cuerpo sobre una pierna o mantienen una pierna completamente girada hacia un lado. Otros apoyan todo el peso sobre los talones o sobre el borde interno o externo del pie. Esto puede ser comprobado observando cómo se produce el desgaste de suelas y tacones del calzado. Debido a esta errónea posición de pie, por la mala distribución del peso del cuerpo se adquieren deformidades particulares que dificultan la flexibilidad vertebral. Aun cuando los pies deban mantenerse separados, es preferible colocar talones y dedos en una línea paralela al plano medio, y no en ángulo. De este modo las caderas se mantienen contraídas, el vientre entra y el pecho se abre hacia delante. Ello proporciona ligereza al cuerpo y agilidad a la mente. Por el contrario, si cargamos el peso del cuerpo solamente sobre los talones, se produce un cambio en el centro de gravedad; las caderas carecen de firmeza, el abdomen se proyecta hacia fuera, el cuerpo se inclina hacia atrás, obligando a un sobreesfuerzo de la columna vertebral, con lo que sobreviene en consecuencia la fatiga y el embotamiento de la mente. Resulta, por tanto, esencial llegar a dominar el arte de permanecer de pie correctamente.
Cuando formamos la postura, podemos balancearnos, levemente hacia delante, hacia atrás y hacia ambos lados, trasladando el peso a distintas zonas del pie, observando el eje de nuestro cuerpo y sintiendo qué músculos se contraen y cuáles se relajan para garantizar el equilibrio. Al detener el movimiento suavemente, obtenemos un plano de conciencia que, a nivel físico, permite ajustar Annamaya Kosha a su medida. Esto se logra, en primer lugar, con una percepción fina de nuestros músculos, contrayendo con la tonicidad justa aquellos que son necesarios para mantener la postura y relajando los demás. Y, en segundo lugar, mediante la vigilancia de la línea de gravedad, que descarga su peso desde la coronilla, bajando por la columna vertebral, hasta terminar entre los pies (como se indica más adelante). Podemos proyectar esa línea de gravedad, según Iyengar, como un hilo divino (Brahma sūtra) que atraviesa nuestro cuerpo por su centro, garantizando la simetría axial de su eje. El equilibrio, dice, “no debe ser obtenido por los músculos sino por el espíritu”.
Músculos en activación sinérgica:
· Psoas y glúteos (equilibran la pelvis).
· Tensor de la fascia lata y glúteo medio (mantienen las piernas sin rotación externa).
· Cuádriceps (alargan las rodillas).
· Músculos de la pantorrilla (equilibran los tobillos)
· Músculos de la parte inferior y superior del pie.
· Abdominales (sostienen y equilibran el torso, bajando la caja torácica).
· Diafragma.
· Periné.
· Parte inferior de los trapecios (baja los hombros, eleva el pecho).
· Romboides y parte media de los trapecios (llevan los omóplatos hacia la línea media, abren el pecho).
· Pectorales menores (elevan costillas inferiores, abren el pecho).
· Infraespinoso y redondo menor (rotan externamente el húmero).
· Tríceps (enderezan los codos).
Articulaciones:
· Los tobillos, las caderas, los hombros y las muñecas están en su posición neutra.
· Las rodillas están extendidas.
· Los codos están extendidos y los antebrazos en pronación.
Los arcos de los pies están elevados y conectan con la acción ascendente de elevación en el suelo pélvico, el abdomen inferior, la caja torácica, la columna cervical y el extremo superior de la cabeza.
Los omóplatos están bajos recayendo sobre el apoyo de la caja torácica y conectan con la liberación descendente del coxis y la conexión de los tres puntos de contacto entre cada pie y el suelo. Según Ray Long MD FRCSC,
no puede construirse nada duradero sobre unos cimientos poco sólidos. Ésta puede que sea la razón por la que muchas tradiciones de yoga consideran que Tadasana es el punto de partida de la práctica de asanas. Curiosamente, esta postura es casi idéntica a la “posición anatómica”: el punto de referencia de partida para el estudio del movimiento y la anatomía. La única diferencia importante entre las dos posiciones es que en Tadasana, las palmas de las manos se encuentran dirigidas hacia los lados de los muslos en vez de hacia delante.
Esta posición corporal es también singularmente humana, porque los seres humanos son los únicos auténticos mamíferos bípedos del planeta. Los humanos son también las menos estables de las criaturas, al poseer la menor base de apoyo, el centro de gravedad más elevado, y (proporcionalmente) el cerebro más pesado en equilibrio sobre todo ello.
Los pies
Los pies, como base de apoyo, ofrecen una imagen de cómo actúan en nuestro organismo las fuerzas pasivas y activas de liberación y apoyo. La estructura esencial del pie se puede representar mediante un triángulo, cuyos puntos son los tres lugares donde descansa la estructura del pie sobre una superficie de apoyo: la tuberosidad calcánea, la base del primer metatarsiano y la base del quinto metatarsiano. Como se ve en las imágenes, las líneas que conectan estos puntos representan los arcos, líneas de elevación de las cuales proviene el apoyo postural: el arco longitudinal medial, el arco longitudinal lateral y el arco transverso anterior (metatarsiano). Si unimos, desde abajo, los dos triángulos de los pies, obtenemos el tamaño y forma de la base de apoyo en Tadasana. El centro de gravedad del cuerpo, proyectado desde la coronilla, cae justo en el centro de esta base hexagonal.
En las imágenes vemos la musculatura de los pies, que proporciona elevación, equilibrio y movimiento de los huesos del pie.
Nuestra actual forma de vida urbana no requiere la adaptabilidad locomotora para la cual están capacitados los pies. El resultado es que, con el estado actual de su evolución, resultan sobrediseñados para nuestros hábitos. En este sentido, Tadasana (y las posturas de pie en general) devuelve a los pies su fuerza y adaptabilidad naturales. “Una vez se mejoran los cimientos, es mucho más fácil poner en orden el resto de la casa”.
La mirada
La mirada se dirige, en continuidad con la firmeza serena del resto de la postura (pienso en la palabra compostura, con un sentido de restitución), hacia el horizonte, atestiguando en esa visión la unión de cielo y tierra pero, al mismo tiempo, fijándose más allá del horizonte, en el infinito.
Tadasana puede ser una postura de meditación. Al llegar a ese estado se puede aplicar Shambavimudra que, según el Hatha Yoga Pradipika, “consiste en concentrar la mente en el interior (…) mientras se mantiene fija la mirada en un objeto exterior. (…) Shambavimudra es un estado en que mente y prâna se vuelven uno con el objeto interno, mientras que la mirada permanece fija, como si todo lo viera, cuando en realidad no ve nada” (IV, 36). La misma mirada, posada en el exterior pero, al mismo tiempo, volcada hacia el interior, se utiliza para la meditación en el zen; en zazen, los ojos “no miran nada, (pero) intuitivamente se «ve» todo” (Taisen Deshimaru).
Para la tradición Ashtanga de Sri K. Pattabhi Jois, en Samasthiti (que refiere a lo que acá se considera Tadasana) se fija la mirada (drishti) en la punta de la nariz.
Contraindicaciones
Si se sufre de cefaleas, insomnio o hipotensión arterial, hay que tener cuidado en general con las posturas de pie prolongadas.
Samasthiti (variante de Tadasana)
Sama: mismo, igual, equitativo.
Sthiti: Establecer, estar de pie.
Esta variación de Tadasana, además de tener las manos en la posición de oración (námaskar o námaste mudra) y la cabeza más baja, cuenta con una base de apoyo más amplia y estable porque los pies, en vez de estar juntos, están colocados con los talones debajo de los isquiones. En los estilos de yoga vinyasa, como el punto focal es el movimiento coordinado por la respiración, se usa más esta variante. En los enfoques orientados a la alineación se usa más la primera versión ya que privilegian el mantenimiento estático de posturas.
Fuentes:
Las posturas clave en el Hatha Yoga -Ray Long MD FRCSC (Ilustraciones de Chris Macivor)
Luz sobre el Yoga -B.K.S. Iyengar
Anatomía del Yoga -Leslie Kaminoff
www.yogaymedicinaoriental.blogspot.com -blog de Adriana Paoletta