jueves, 4 de octubre de 2012

NUBES III

(fragmentos subrayados del capítulo "Las nubes" del libro "El aire y los sueños" de Gaston Bachelard)


 (Hiro Yamagata)




Las nubes son los objetos de un onirismo en pleno día.
Ningún soñador le atribuye a las nubes el grave significado de los otros "signos" del cielo. El ensueño de las nubes es un ensueño sin responsabilidad.





(Ferdinand Hodler)



Se las sueña como una leve guata que se trabaja ella misma.
El soñador tiene siempre una nube que transformar. La nube nos ayuda a soñar la transformación.
El soñador es el profeta del minuto. Nuestro deseo imaginario se aferra a una forma imaginaria henchida de una materia imaginaria.
El sueño "pone manos a la obra". J. Supervielle tiene el don de acariciar las nubes:
     Las manos dieron su nombre al sol, al hermoso día,
     llamaron "temblor" a esa ligera duda
     que les venía desde el corazón humano al otro extremo de las venas cálidas.

La mano no es necesariamente terrestre, no está necesariamente ligada a la geometría del objeto tangible, próximo, resistente. 

Georg Sand, La hiladera de nube: llegar a tejer tan finamente como las nubes que suavizan y tamizan la luz del cielo.

La hilandera de Paul Valéry: Un tallo donde el viento vagabundo reposa

Eluard: "Vemos con frecuencia nubes sobre la mesa".

La primera tarea del poeta consiste en desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.





(Odilon Redon)




La nube, movimiento lento y redondo, movimiento blanco, movimiento que se derrumba sin ruido, conmueve en nosotros una vida de imaginación blanda, redonda, pálida, silenciosa, en copos...

A la larga, nada puede resistir a la invitación al viaje de las nubes que, pacientemente, pasan y pasan muy alto en el cielo azul.





(María Antonia Dans Boado)




Le parece al soñador que la nube puede arrastrarlo todo: el dolor, el metal y el grito. El olor de la "fresa de los bosques", pregunta Supervielle: 
     ¿Cómo llevárselo cuando sólo se es una nube
     con los bolsillos rotos?





(Miró Mainou)




Una nube tenebrosa basta para hacer pesar la desgracia sobre todo el universo. La nube pesada es sentida como un mal del cielo.





(Jules Dupré)




En su aspecto imaginario positivo, la función de la imaginación de las nubes es una invitación a subir. William Blake: la nubecilla le dice a la Virgen: "Cuando desaparezco es para entrar en una vida doble, en paz y santos éxtasis".
El alma que sueña ante la nube ligera recibe a la vez la imagen material de una efusión y la imagen dinámica de una ascensión. Es verdaderamente la imagen de la sublimación absoluta. Es el viaje supremo.





(František Kupka)




La contemplación de las nubes nos pone delante de un mundo donde hay tantas formas como movimientos; los movimientos le dan formas, las formas están en movimiento y el movimiento las deforma siempre. Es un universo de formas en continua transformación.

Baudelaire: "ante esas magias líquidas o aéreas, no se me ocurre quejarme una sola vez de la ausencia del hombre".






 (William Turner)




Una literatura que concediera primacía a las imágenes, y no a las ideas, nos procuraría un tiempo para vivir tan grandes metamorfosis. El deseo de filosofar, de manejar los símbolos intelectualizados, no deja al poeta el ocio que necesita para vivir oníricamente sus imágenes. Nos escamotea las impulsiones iniciales de su ensoñación. Sin embargo, el momento en que el sueño nos desancla de la realidad es el más provechoso.