viernes, 22 de mayo de 2009

LA INSPIRACIÓN

Mensch, so du willst das Sein der Ewigkeit aussprechen, So musst du dich zuvor des Redens ganz entbrechen.

Hombre, si quieres pronunciar el Ser de la eternidad,
antes tienes que romper por completo todo hablar.

Angelus Silesius, Der cherubinische Wandersmann.
Traducción de Raimon Panikkar.





El volumen y la presión guardan una relación inversa: cuando el volumen aumenta, la presión se reduce, y cuando el volumen disminuye, la presión se incrementa. Debido a que el aire siempre fluye hacia zonas de menos presión, aumentar el volumen dentro de la cavidad torácica (piénsese en un acordeón) reducirá la presión y provocará que entre en ella el aire. Esto es una inspiración.

Es interesante hacer notar que, a pesar de la sensación que produce inspirar, no introducimos aire en el cuerpo. Todo lo contrario: el aire es introducido en el cuerpo por la presión atmosférica que siempre nos rodea. La verdadera fuerza que introduce aire en los pulmones se halla fuera del cuerpo. La energía que consumimos en respirar produce un cambio de forma que reduce la presión en la cavidad torácica y permite que el aire sea introducido en el cuerpo por el peso de la atmósfera del planeta.
(...)
Durante la respiración relajada, silenciosa (como mientras dormimos), una espiración es una inversión pasiva de este proceso. La cavidad torácica y el tejido pulmonar (que han sido abiertos mediante estiramiento durante la inspiración) recuperan "automáticamente" su volumen inicial, expulsando el aire y devolviendo la cavidad torácica a su forma previa. Esto se conoce como retroceso pasivo. Cualquier reducción en la elasticidad de estos tejidos provocará una reducción de la capacidad del cuerpo para espirar pasivamente, provocando gran cantidad de problemas respiratorios.

LESLIE KAMINOFF
(*), "Anatomía del yoga"




Me gusta pensar el proceso de la poesía como el proceso de la respiración. El poeta no es una persona con dotes extraordinarias y una sensibilidad especial, sino más bien un especialista en un tipo particular de respiración espiritual. Así lo veo y así lo experimento, humildemente y en la pequeña medida de mi capacidad, en términos de esta metáfora. Cuando el poeta aumenta el volumen de su caja de resonancia, cuando se entrega, se abre y obtiene el tipo de disponibilidad del que es responsable, entonces disminuye la presión, como en el caso de la cavidad torácica en el proceso respiratorio, sólo que en su caso se trata de la presión del ego. Entonces, cuando el poeta trabaja con los músculos poéticos que le fue dado ejercitar para abrirse al misterio, esa apertura va acompañada de una disminución del yo hasta acallarlo lo suficiente para que su caja de resonancia (forjada por sus experiencias, su contexto histórico, cultural, biográfico), ya libre de la posesión del ego, pueda hospedar al Espíritu Santo, que entra en el poeta al encontrarlo en silencio. El Espíritu desciende y penetra en su caja de resonancia. Él, como espirando, devuelve al mundo el aire con la forma personal de su aliento. Así pienso que es cómo, aún siendo todos los poetas inspirados por el mismo Espíritu, cada uno tiene su voz propia, su forma única de respirar.

Por otra parte, no dudo de que en absolutamente todos los seres humanos existen estos momentos de recepción del Espíritu. En cada uno, de acuerdo con su especialidad, digamos, o su condición, se dará esta experiencia con sus notas particulares, sus nombres específicos. Y seguramente haya grados de silencio en cada uno que den lugar a grados en los que el Espíritu pueda descender en nosotros. Yo estoy trabajando en eso y espero no dejar este trabajo nunca: estar en silencio.






(*) Leslie Kaminoff es un especialista en los campos de la anatomía del yoga y la respiración. Entre otras cosas, es cofundador e instructor jefe del centro de yoga neoyorquino The Breathing Project y colabora como experto de yoga en el Yoga Journal y el New York Times.