EL SILENCIO SE VUELVE ESCUCHA
Quiero presentarles al milanés Roberto Juri Camisasca, místico, monje benedictino, músico pop. En un próximo post voy a introducir mejor a este extraño personaje nada conocido en nuestro país, voy a dejar música de él para bajar y traducciones de sus letras. Por ahora dejo un video que traduje y subtitulé en el que Juri Camisasca es entrevistado para la televisión italiana tras la salida de su álbum Te Deum (1988), cuando se retira a vivir en una eremita.
En su diario de novicio en la abadía de Gethsemani bajo la dirección de Thomas Merton, Ernesto Cardenal anota: "Y como no puede echarse vino en un recipiente si no se vacía primero, así el alma no puede ser llenada por Dios si antes no está vacía de todo".
Coloco, como epígrafe del video, otra cita del mismo diario de Cardenal.
La naturaleza toda está llena de voz: todo en ella es canto y música y sonido; todos los seres susurran o suspiran, arrullan, trinan, silban, braman, aúllan, rugen, gimen, gritan, lloran o se quejan. El canto de las cigarras y los grillos y las ranas, y el silbido con que se llaman las ardillas listadas, y todas las voces del campo, son oración. Y la voz humana es oración. Ésta es la razón del silencio de los monjes contemplativos, que han consagrado su voz sólo para cantar en el coro, porque han comprendido que la voz es oración.
(...)La Palabra de Dios (el Verbo) es una palabra que sólo se nos revela en el silencio.
Él está en el fondo de cada ser, y está dentro de nosotros mismos. Para encontrarlo a él no es necesario caminar lejos, ni salir de uno mismo . (...) Basta descender al fondo del propio ser y descubrir la propia identidad (que es Dios).
(...)
La oración es algo natural en el hombre, como hablar, o suspirar, o mirar, o como el latir del corazón enamorado (...). La oración no es más que establecer contacto con Dios. Es una comunicación con Dios, y no necesita ser con palabras ni aun con la mente. Uno puede comunicarse con la mirada, o la sonrisa o los suspiros, o con actos. Fumar puede ser también oración, o pintar un cuadro, o mirar el cielo, o beber agua. De hecho todos nuestros actos corporales son oración. Nuestro cuerpo formula una profunda acción de gracias en sus entrañas cuando sediento recibe un vaso de agua. O cuando un día de calor nos zambullimos en un río fresco, toda nuestra piel canta un himno de acción de gracias al Creador, aunque ésta es una oración irracional, que puede ser sin nuestro consentimiento, y aun a veces a pesar nuestro. Pero todo lo que hacemos podemos hacerlo oración. (...) Cuentan Las florecillas que la oración del hermano Maseo consistía sólo en decir U, U, U, U. Y que la oración del hermano Bernardo consistía en correr por el monte.
Dios nos envuelve por todas partes como la atmósfera. Y como la atmósfera está llena de ondas visuales y sonoras pero nosotros no podemos verlas ni oirlas si no las sintonizamos por los canales debidos, así también estamos rodeados por todas partes de las ondas de Dios pero no podemos percibirlo a Él si no lo sintonizamos por los canales debidos. Quien vive sólo en el mundo de las percepciones sensibles no puede captar estas ondas de Dios.
(...)
A Dios lo miramos en la oscuridad. Es como una película que no comienza a verse en la pantalla hasta que se cierran las puertas y se apagan las luces, y conforme se va haciendo más oscuro, las figuras van viendo con más claridad. O es como una casa en la que se han apagado todas las luces y sólo hay una lámpara encendida en una recámara interior, y uno camina a tientas entre las sombras tropezando con los muebles, a través de salas y galerías tenebrosas, llevado de la mano por alguien que no conoce la casa.
(...)
Y Dios está en todas partes, aun en Broadway, pero su voz sólo se oye en el silencio.
Vida en el amor, Ernesto Cardenal.