Me preguntaba cómo conciliar dos creencias personales aparentemente contradictorias. La primera, explicitada en la filosofía advaita y presente en casi todas las tradiciones místicas: 'todos somos uno'. La segunda, típicamente posmoderna: 'estamos absolutamente solos'.
Spinetta, una vez más, parece sugerir que abracemos la contradicción para entender, ahora, que la comunión se da en el sentido personal e inconmensurable de la experiencia del misterio.
Efectivamente, estamos solos en el vacío de la experiencia personal, pero cuando sucede la experiencia mística (categoría esta que excede el confín del claustro) llegamos, mediante esa misma experiencia, a comprender, en sentido fuerte, que no comprendemos.
La distancia es tan grande
que no sirve mirar,
sólo sentir las estrellas
y saber que se mueven
y qué feliz la verdad
de este sueño fugaz.