lunes, 5 de abril de 2010

DÉCIMAS







Décimas porteñas (Fernando Cabrera, Fines, 1993)


En esta milonga no cabe el cuento
del canto que espeja la realidad
ni aún la metáfora devaluada
del tiempo que vino y que se nos va.
En esta canción de fin de semana
ninguna nostalgia se lucirá,
ninguna poesía dará su danza
de pasos que besen tu soledad.
En esta milonga sin añoranza
reside la dicha de divagar.

Abrir la canilla de la ignorancia,
que el agua se canse de derramar
la voz inocente de la pregunta,
la desatendida curiosidad.
En esta capilla, la discrepancia,
dejó de existir, no interrumpe más,
desde esta milonga se da las gracias
a toda persona que sea capaz
de estar dos minutos ensimismada
tratando aplicada de mejorar.

Tanto da que cada uno 
quiera conversar,
tanto da que cada uno
quiera abrazar.

Lo principal de los corazones,
quedarse lejos de las reuniones
que les distraigan la soledad,
aprovechemos las ocasiones,
los beneficios que nos depara
la maravilla de divagar.

Lo principal de los corazones,
quedarse lejos de las reuniones
que les distraigan la soledad,
aprovechemos las ocasiones,
los beneficios que nos depara
poder hacerlo pero no hablar.

Lo principal de los corazones,
quedarse lejos de las reuniones
que les distraigan la soledad.








Décimas de prueba (Fernando Cabrera, Viveza, 2002)

Aquí me pongo a cantar
recostado en un estaño,
y con las cuerdas que araño
me acompaño al entonar
canciones que al resonar,
confiadas en la garganta,
arropan como una manta
las estrofas que hoy les digo
destinadas al amigo
que me escucha y no se espanta.

Mi guitarra es traicionera,
pone y quita la verdad,
enfrenta campo y ciudad,
los enrosca de manera
que el payador desespera
cuando allegarse le toca
a un pueblo con mucha boca,
mucha más boca que oreja,
la niebla no se despeja,
semeja polvo de roca.

Lavalleja es calentón,
Rivera es gaucho compadre,
tal vez Oribe no cuadre
mas parece un buen Borbón,
Venancio Flores, matón,
fue con Berro al cementerio,
por qué la historia es misterio,
te pido que me lo digas,
un padre santo fue Artigas,
una ilusión, su criterio.

Diez décimas quise hacer
pero se agotó la aguja,
el minutero, en su puja,
nunca deja de coser,
el tiempo, a mi parecer,
va de remiendo en remiendo,
es un hilo que, corriendo,
quiere arrimarse al futuro
donde esperando en un muro
el pasado está riendo.