miércoles, 5 de octubre de 2011

TE CANTA LA ZAMBA





"Cuando encuentro una idea personal y quiero publicarla la atribuyo a algún otro y declaro: 'Fue fulano quien lo dijo, no yo' y, para que se me crea completamente, de todas mis opiniones digo: 'Las inventó fulano, no yo'. Para evitar el inconveniente de que se piense que yo, ignorante, extraje de mi propio fondo mis ideas, hago de suerte que se las crea extraídas de mis estudios árabes. (...) De  manera que no defiendo mi causa, sino que defiendo la causa de los árabes."

Esta confesión de Adelardo de Bath, filósofo y traductor del siglo XII, no se refiere sólo al delicado gesto de ceder el lugar para atribuir a otro un pensamiento que se estima propio, sino que además (si aplicamos a sus palabras el procedimiento que ellas mismas sugieren) puede dar pie a una manera filosófica de leer la filosofía (que alcanza en buena forma a Gilles Deleuze, ente otros) no atendiendo tanto a lo que un texto o un autor quieren decir, es decir, a su intención, como al efecto que producen en el dispositivo experiencial del lector. Cuando éste, además, escribe, puede valerse de aquellos textos leídos como citas a las que acude su propio texto en vistas de amplificarse a sí mismo a través de ellos (y a ellos a través de sí). Preguntar a un texto qué tiene para decirnos es una manera abierta de leer, si se entiende como abierto lo posible, lo que "todavía no" (aunque ya sea), lo que no se preocupa por probar o refutar sino sólo por resonar para vivir en lo que pueda recibir esa resonancia.
"No defiendo mi causa, sino que defiendo la causa de los árabes", dice Adelardo. Más acá, mucho más acá, Zitarrosa diría: "yo no canto por vos, te canta la zamba".

Este es Fernando Cabrera, haciendo una versión preciosa de la canción de Zitarrosa (subir volumen):