sábado, 4 de septiembre de 2010

EN DIÁLOGO



¿Cuál es, por tanto, el vínculo entre las distintas culturas del mundo? No poseemos un criterio absoluto y la interculturalidad nos vuelve escépticos sobre la posibilidad de un consenso, una especie de “contrato cultural” paralelo al social, porque tal consenso sólo es posible en el interior de un mito y cada cultura vive en su mito. La distinción entre relativismo y relatividad es fundamental. Podemos evaluar otra cultura sólo a la luz de la nuestra aunque seamos conscientes de que nuestros criterios no son absolutos. Nos queda sólo el diálogo con las otras culturas, pero para esto nuestros conceptos, concebidos en el interior de nuestra cultura, no son adecuados –a no ser que exista una comunión conceptual, cosa no siempre posible. Por este motivo es de capital importancia el pensar simbólico que no es ni objetivo ni subjetivo, sino esencialmente dialogal, como veremos a continuación. Hay una vía media entre el absolutismo y el relativismo cultural, la relatividad cultural. La filosofía intercultural intenta seguir este camino medio. Su método es el diálogo como apertura al otro. (…)
El conocimiento simbólico representa ya un diálogo entre el simbolizante y el símbolo por mediación del proceso cognoscitivo de la simbolización –que no es conceptualización.
Resumiendo: la interculturalidad depende del criterio del mismo diálogo intercultural en su realización de hecho. El criterio es intrínseco al diálogo mismo y sus intérpretes son los propios dialogantes.

RAIMON PANIKKAR, Paz e interculturalidad (Una reflexión filosófica)








Panikkar nos ha legado una posición muy interesante desde donde encarar el encuentro con el otro. En este breve fragmento se refiere explícitamente a un otro culturalmente tal, pero sus ideas, que son un punto de partida desde el cual nos toca a nosotros desarrollar nuevas estrategias de diálogo, pueden aplicarse no sólo a un otro en términos culturales, filosóficos o religiosos sino también, particularmente, a un otro individual. Los hombres no son islas, de acuerdo, pero al mismo tiempo que la humanidad constituye una verdadera red de Indra (entre infinitas redes en las que está ella misma contenida), cada uno es un universo. Acaso la invitación que nos hace Panikkar a un diálogo que -cito otra parte del libro- "no pretende con-vencer al otro, es decir, vencer dialécticamente al interlocutor" ni "buscar con él una verdad sometida a la dialéctica", un diálogo que "presupone una confianza recíproca en un aventurarse común en lo desconocido" en el que "las conclusiones serán válidas sólo 'hasta donde el diálogo nos lleve'", pueda servirnos, antes que para el encuentro propiamente intercultural, para encontrarnos cara a cara con un otro más inmediato, cotidiano. Aquel otro universo, esa otra disposición (anímica, ideológica, fisiológica, etc.) que vemos cuando miramos al otro a los ojos. Diríamos que el (re)conocimiento del otro como tal nos permite asumir nuestra identidad en lo mismo. Pero Clarice Lispector lo dice mejor en su poema Los espejos: "uno refleja el reflejo de lo que el otro reflejó".








OS ESPELHOS

"O que é um espelho? Não existe a palavra espelho - só espelhos, pois um único é uma infinidade de espelhos. - Em algum lugar do mundo deve haver uma mina de espelhos? Não são preciso muitos para se ter a mina faiscante e sonambúlica: bastam dois, e um reflete o reflexo do que o outro refletiu, num tremor que se transmite em mensagem intensa e insistente ad infinitum, liquidez em que se pode mergulhar a mão fascinada e retirá-la escorrendo de reflexos, reflexos dessa dura água. - O que é um espelho? Como a bola de cristal dos videntes, ele me arrasta para o vazio que no vidente é o seu campo de meditação, e em mim o campo de silêncios e silêncios. - Esse vazio cristalizado que tem dentro de si espaço para se ir para sempre sem parar: pois espelho é o espaço mais profundo que existe." 

Clarice Lispector



(Imágenes de la instalación The weather project, de Olafur Eliasson)