Encontré en youtube algunos videos de un concierto que dio Keiji Haino el abril pasado en el Cafe OTO de Londres. Deben haber sido excelentes las dos presentaciones (solo, con Voltiguers y con Peter Brötzmann), de las que sólo nos llegan estos videos fragmentarios. Esta es nuestra situación: nos llegan muestras erráticas que dan cuenta más de la subjetividad de la mirada (el pulso asociado a la situación emotiva, la calidad de la imagen asociada a cierto nivel adquisitivo, los encuadres al punto de vista) de la persona que presenció el concierto que del concierto mismo (del cual no conocemos la estructura o la duración, por ejemplo). Evidentemente, hay un problema de formatos. Se puede salvar el problema del CD: es cierto que cambian las condiciones de escucha de un CD bajado en el contexto del fuera de contexto de Internet (ni hablar de la pobreza a la que uno se termina acostumbrando en cuanto a la calidad del audio), pero en definitiva se sigue conservando el mismo material (el disco, con sus temas) aunque cambie el soporte (en realidad, no creo que sea el mismo material, pero eso es otra historia). Ahora bien, el conflicto es mayor cuando tenemos que conformarnos con esos recortes-migaja que algún espectador generoso (al que agradecemos, por supuesto) decidió registrar y subir, con mayor o menor (en general menor y muy menor) cuidado por la calidad de su registro. Uno se puede preguntar cuál es el límite aceptable de semejante profanación (en otra entrada Giorgio Agamben va a aclarar este punto). Por otra parte, no es Internet un terreno propicio para este tipo de música que se dio en llamar free improvisation (otra discusión: Haino hace free improvisation?)? Al menos la palabra "free" abunda en los pagos virtuales. Acaso se trate de la buena y la mala cara de lo mismo: podemos bajar discos que de otra manera nos serían inaccesibles, podemos ver conciertos que tienen lugar muy lejos de nosotros, pero las condiciones de ese material que nos llega son siempre incompletas. Ahora bien, por más que uno haga y se haga preguntas, ¿quién va a dejar de hacerse de este material precioso, aún cuando de principio a fin haya una insatisfacción de fondo que momentáneamente el artista nos hace olvidar?
Julio Cortázar - Carta a Jorge Luis Borges (1947)
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