miércoles, 20 de julio de 2011

LOS MANUSCRITOS DE LEIBNIZ





"A veces se me ocurren tantos pensamientos cuando todavía estoy en el lecho, que necesito emplear toda la mañana y a veces todo el día, y aún más, para ponerlos por escrito de un modo preciso". G. W. Leibniz




"La concurrencia de todos estos factores tan diversos hizo que la ora de Leibniz se fuera convirtiendo en una oceanía de papeles en su cuarto de trabajo. Tan intrincado era el desorden que a veces Leibniz prefería redactar nuevamente un trabajo científico antes que ponerse a buscarlo en lo que él llamaba orgullosamente "la mole". (...) En efecto, editar a Leibniz fue, en buena medida, penetrar en "la mole" y descifrar los manuscritos, especialmente del francés y del latín, sus dos lenguas habituales. Allí aguardaban nuevas dificultades. Es precio tener cierta familiaridad con esa letra para entenderla. Engañosamente rubricada y elegante en las versiones finales de su correspondencia, muestra en los manuscritos científico-filosóficos y particularmente en los borradores de trabajo, el grafismo diminuto del miope, complicado con la tensión del exceso de ideas. (...) Redactados en tinta hoy ya amarillenta y en ocasiones muy desleída, ofrecen a primera vista el intrincado espectáculo de una batalla inmóvil. Ninguna aspiración al primor literario suscitaba esas enmiendas volcánicas que a veces se entrelazan en un caos de tachaduras: sólo el afán de precisión, el placer de añadir joyas de luz a cláusulas generalmente demasiado concisas. La letra suele serpear por los márgenes y en ocasiones hasta llega a cubrir circularmente los espacios libres, como si evocara el disco de una característica. Es preciso hacer girar esos papeles para seguir el laberinto que brota de la inspiración feliz y también de un robusto y nunca desmentido sentido del ahorro... (...) Después de un comienzo circunspecto la escritura se enreda, crecen las correcciones, el pensamiento pugna visiblemente por encontrar su camino, se multiplican los añadidos y se hinchan los márgenes con textos nuevos, a veces también corregidos y entre cuyas líneas se pueden discernir nuevos textos en una simulación del infinito actual contendido en cada mónada (...)"

Ezequiel de Olaso, G. W. Leibniz, Escritos filosóficos