jueves, 2 de mayo de 2013

ZEN 1, ZEN 2




La invitación es a la Feria del Libro de Buenos Aires. En el stand de Bajo la luna, el sábado 4 y el jueves 9 de mayo a las 18 hs., Alberto Silva va a estar presentando los dos primeros tomos de su Zen. El primero lleva como subtítulo "Ruta hacia Occidente" y el segundo "¿Qué decimos cuando decimos experiencia?". Una breve reseña de los dos libros hecha por Pablo Gianera se puede leer siguiendo el link: 



























A continuación, un fragmento de la Introducción al tomo 1:


ZEN ES UN PENSAR, UN COMPRENDER Y UN HACER

En su conjunto, este libro anuncia que el Zen es un pensar (denken, en palabras de Martin Heidegger) y al mismo tiempo un comprender (verstehen), ambos en el contexto y en el seno de un hacer, de una práctica, cosa que (sea dicho con todo respeto) el muy visionario Heidegger no llegó a plantearse nunca de forma resuelta.

Vale la pena detenerse en estas palabras.
-El Zen se presenta como un pensar: no consiste en filosofía, teología o metafísica. Constituye algo así como el recuerdo de un hecho inicial y un retorno a lo aún impensado. Algo a punto de suceder y que al fin acontece, una y otra vez. Algo que ocurre inmóvil, en silencio, que dice y se dice en un hablar lo nuevo, una y otra vez, de nuevo.
-Por otra parte, el Zen se sitúa en Japón. En este libro se parte de la base de que "Japón" es al Zen lo que "Grecia" fue para Heidegger: algo bárbaro que destruye modos y tópicos; algo matinal, auroral, inaugural; algo que consigue decirse pero todavía no es; un a modo de pensamiento-haciéndose de lo impensado, dicho una y otra vez de forma tentativa, provisional.
-Este denken y este verstehen, siendo muy relevantes (de allí y la importancia de la filosofía heideggeriana), no le alcanzan sin embargo al Zen. Porque ese pensar y comprender forman parte de una trenza indisoluble, inseparables de un tercer elemento que los cataliza (un elemento sin el cual no se pondrían en movimiento, en cuanto pensamiento y vida) y que no es otra cosa que el zazen, meditación sentada que lo distingue, a la cual nos referiremos una y otra vez en estas reflexiones. Porque hablar de Zen no es más que referirse a la práctica que lo hace posible, un simple sentarse a verse respirando y a constatarse parte viva del universo.

Obviamente estas reflexiones no podrían reemplazar la experiencia misma del Zen, el cual en todo momento insiste en validarse solo (y solo si) constituye una práctica (una acción concreta, visible y verificable, por lo tanto falsable). El zazen designa una práctica peculiar, lejana a una simple ejercitación corporal, en cuanto creadora de sólidos puentes entre mente y cuerpo, vocacionalmente orientada a transformar lenguajes (el del cuerpo, el de los hábitos mentales) en discursos, o sea en palabra viva y nueva que brota del acontecimiento desencadenado precisamente por dicha práctica.
Sin olvidar lo anterior, importa comprender que un libro como este sólo pretende servir como propedéutica, introducción o encaminamiento mental hacia la práctica del Zen, como una especie de desmigajamiento o distensión de los argumentos que suelen opacar u ocultar las verdaderas potencialidades de este camino de vida.