jueves, 13 de mayo de 2010

SERENIDAD





HATHA-YOGA

Yo tengo la voluntad
en ejercicio perpetuo:
esa voluntad que acaba
por mandar (si persevero)
a las almas de los vivos
y a las almas de los muertos.

La voluntad, que en la lucha,
en el noble vencimiento
de sí mismo, a cada instante
va creciendo, va creciendo
y al fin transporta montañas
y al cabo enciende luceros.

Yo tengo la voluntad:
con ella todo lo tengo,
pues Dios mismo sólo es
una voluntad sin término,
que exterioriza, penetra
y mantiene el universo.

Yo tengo la voluntad...
mas no la gasto en terrenos
antojos, ni en procurar
privanzas, honras, empleos.
Mis alas suben más alto:
van lejos, mucho más lejos.
Mi reino no es de este mundo,
y he de llegar a mi reino.






SERENA TU ESPÍRITU

Serena tu espíritu, vive
tu vida en paz.
Si sólo eres sombra que traga
la eternidad,
¿por qué te torturas, por qué
sufrir, llorar?

¿Que fuiste infeliz una hora?
pues búscala...
¿En dónde se encuentra esa hora?
Pasó... ¡no es más!
Tu pobre vivir, malo, bueno,
cayendo va
en un pozo oscuro... Las dichas
¿qué más te dan,
si apenas adviertes un goce
ya muerto estás?

¡Serena tu espíritu, vive
tu vida en paz!






TEMPLE

Estoy templado para la muerte,
templado para la eternidad,
y soy sereno porque soy fuerte:
la fuerza infunde serenidad.

¿En qué radica mi fuerza?
En una
indiferente resignación
ante los vuelcos de la fortuna
y los embates de la aflicción.

En el tranquilo convencimiento
de que la vida tan sólo es
vano fantasma que mueve el viento,
entre un gran "antes" y un gran "después".






"NEC SPES NEC METU"

Ni miedo ni esperanza... ni angustia ni tristeza:
si quiere Dios, mendido; si así le place, rey.
Mi mente late al ritmo de la naturaleza,
¡mi voluntad es una con la divina ley!








¡AMEMOS!

Si nadie sabe ni por qué reímos
ni por qué lloramos;
si nadie sabe ni por qué vinimos
ni por qué nos vamos;

si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en rededor y arcano,
¡a lo menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!






EL CONVENTO

¡Oh! soñado convento
donde no hubiera dogmas,
sino mucho silencio...
Una gran biblioteca,
un vastísimo huerto
con recodos de sombra,
de quietud y misterio,
y en él un telescopio
para asomarse al cielo,
¡para mirar siquiera
la Patria desde lejos,
mientras llega el instante
de volver a lo eterno!






SALMO


Oh Señor, ¡no te enojes con la brizna de hierba!
Ni nada no merece la indignación acerba
de un Dios... ¿Es ley que emplees la flamígera espada
de tu resplandeciente Miguel contra mi nada?
Piedad para la oruga, Rey manso de Judea:
Tú, que jamás rompiste la caña ya cascada,
Tú, que nunca apagaste la mecha que aun humea.




ARCANIDAD

Cuando me asomo a mí como a un cristal
diáfano, sí, mas insondable, siento
en redor un sutil vaho de enigma,
un glacial calosfrío de misterio...

¿Soy acaso uno solo o bien soy muchos?
¿Quién tiene autoridad en el colegio
discordante y al par disciplinado
de mis células, quién dice: "yo quiero"?
¿Quién lucha cual Jacob con ese ángel
que anida de mí dentro?
¿Quién clama: "¡no!" mientras que clama: "¡sí!"
un instintivo yo... que yo detesto?

¡Qué necedad la de los que imaginan
escudriñar las cosas... Si no vemos
jamás lo que en sí son las cosas!
Tontos
que edificáis sobre apariencias, necios
que investigáis el documento humano
(el más oscuro de los documentos):
¡y con cinco sentidos, siempre erróneos,
pretendéis calibrar el universo!



Poemas extraídos del libro Serenidad (1912), de Amado Nervo.

 Imágenes de Ferdinand Hodler