Çiva es esencialmente ambivalente. Como destructor, se identifica con la Muerte y el Tiempo; es Hara, 'el que quita' y, en su forma más intensa, Bháirava, el 'Espanto', en setenta y cuatro variedades. Por otra parte, tiene un aspecto reparador: es el 'benéfico', como lo indican sus nombres de çiva, çambhu, çánkara; preside a los juegos sexuales, a la procreación, e inclusive se lo representa a veces como andrógino; en ciertas leyendas que lo ponen por encima de los demás dioses de la Trimûrti él es quien crea primero los aguas y deposita luego en ellas el 'germen de oro' (Hiranyagarbha) que contiene a Brahmâ.
La figuración de Çiva como 'rey danzante' de múltiples brazos está cargada de símbolos cósmicos; la protección que concede a las obras artísticas y especulativas forma parte de su función creadora. Por último, es también el asceta, aquel que, cubierto el cuerpo de cenizas, permanece sentado en postura de Yoga sobre un pico del Milalaya o sobre el Kailâsa; el prototipo de los que concentran en sí el tapas o 'calor ascético'. Su montura ordinaria es el toro blanco Nandin; y sus múltiples atributos reflejan sus diversas funciones.
Ora es eminentemente activo, el personaje principal de luchas contra los demonios, de escenas violentas, como cuando destruye el sacrificio de Daksa, que había omitido invitarlo, o cuando aparece bajo los rasgos del terrífico Vîrabhadra; ora es un ser inmóvil, inerte, un enano blanco acostado.
Como Visnu, delega su poder en las çakti o 'energías' que emanan de él y aparecen personificadas en forma de mujeres. Pero, al contrario de Visnu, interviene también en los asuntos humanos con aspecto de hombre, como el del cazador que provoca al héroe Arjuna. Ha concentrado en sí múltiples aportes, entre los cuales importantes series de rasgos del dios védico Rudra.
Los griegos lo compararon con Dionisio. En el Sur de la India, donde su penetración parece secundaria, figura con el nombre de Sundaréçvara o de Mûlalinga, y se le da por esposa a Mînâksî, 'la de los ojos de pez', hija de un rey Pândya.
Inseparable de Çiva en cuanto 'procreador' es el falo o linga, pero esta conexión puede no ser originaria; el linga ha sido, sin duda, una representación independiente, muy realista e ingenua al principio, convertida luego en ornamento estilizado, tal como se presenta en el hinduismo clásico, ya sin implicar, o por lo menos sin suscitar, imagen erótica, aun donde se le ha asociado un elemento complementario, la yoni o 'matriz', en forma de prisma o de cubo levemente excavado.
Los Purâna çivaítas describen doce 'grandes linga' o 'linga primordiales', es decir, doce lugares santos donde se adora el linga y que se considera responden a doce formas de Çiva.
El hinduismo, L. Renuou