No se ama verdaderamente a Dios sin amar a los hombres, "porque el amor que le consume (al místico) no es simplemente el amor de un hombre por Dios, es el amor de Dios por todos los hombres. A través de Dios, por Dios, ama a toda la humanidad con un amor divino" (Henri Bergson)
Cita extraída de Breve historia de la espiritualidad, de Luis Farré.
En la economía de la caridad divina, solamente se recibe tanto cuanto se da. Pero somos llamados a dar tanto cuanto tenemos, y más: tanto cuanto somos. (...) Cuanto más deseemos darnos en la caridad, más verdaderamente seremos: porque el Señor nos dota de un ser proporcional al dar a que estamos destinados.
La caridad es vida y riqueza de Su Reino, y en él son mayores los más pequeños: esto es, los que no han guardado nada para ellos mismos, los que no han conservado otra cosa que su deseo de dar.
(...)
De todos los amores, la caridad es el único que no es posesivo, porque sólo la caridad no desea ser poseída. La caridad busca el bien mayor para el amado: y no hay mayor bien que la caridad: todos los demás bienes están contenidos en ella. La caridad no tiene temor: habiendo dado todo lo que tiene, ella no tiene ya nada que perder. La caridad trae la paz verdadera, puesto que ella está en perfecta concordia con todo lo que es bueno y no teme a ningún mal.
Sólo la caridad es perfectamente libre y siempre hace lo que le place, puesto que no quiere más que amar y no puede impedírsele que ame. Sin caridad, el conocimiento es infructuoso. (...)
Cuando la caridad es de escasa perfección (...) todavía no ha descansado, porque no se ha dado perfectamente. Todavía está en la oscuridad, porque, como no se ha abandonado en manos de Dios, todavía no le conoce. De esta manera ella no está todavía segura de encontrarlo en las cosas que conoce.
Ningún esfuerzo nuestro puede por sí solo hacer perfecto nuestro amor. La paz, la certidumbre, la libertad, la falta de temor del amor puro son dones de Dios. El amor que todavía no es perfecto ha de aprender la perfección por la espera de Su libre voluntad y soportando su propia imperfección hasta que esté madura la oportunidad de la entrega total de sí mismo.
(...)
No existe intimidad verdadera entre almas que no saben cómo respetar la soledad mutua. No puedo estar unido por el amor con una persona cuya misma personalidad tiende a ser oscurecida, absorbida y destruida por mi amor. (...)
Si conocemos a Dios, nuestra identificación con los que amamos tendrá por modelo nuestra unión con Dios y estará subordinada a ella. Así nuestro amor comenzará con el conocimiento de sus propias limitaciones y se levantará a la percepción de su grandeza. Porque en nosotros mismos siempre permaneceremos separados y remotos de los demás; pero en Dios podemos ser uno con los que amamos.
No podemos encontrarlos en Dios sin antes encontrarnos perfectamente a nosotros mismos en Él.
THOMAS MERTON, Los hombres no son islas
Nena, te traigo esta canción que descubrí
en el deslinde
y esta pena ya pasó.
La lluvia, desnuda marabunta
sin lugar para quedarse,
qué
otra cosa queda ahora más que aquella
larga espera.
Entonces es como dar amor
y la distancia no me llegará.
Es que te quiero de verdad,
y es que te siento de verdad.
Ahora, cansado de esperarte
en un andén en Acassuso
son las once y
ya no hay sol,
por favor.
Entonces es como dar amor
y la distancia
no me llegará.
LUIS ALBERTO SPINETTA