domingo, 1 de agosto de 2010

OBJETIVIDAD DE LA MENTE




Prashant Iyengar, el hijo del maestro BKS Iyengar, trataba de explicar en una entrevista que la mente debe ser tomada como un objeto. Creo que objetividad de la mente debería ser, en este caso, una actitud de observación y de indagación hacia la mente, entendiendo la observación como la actitud pasiva, una mirada de testigo, y la indagación como la actitud activa.

Observar la mente quiere decir no identificarnos con ella, mirarla como desde afuera. Y esa mirada además es una mirada inocente, que trata de verla tal cual es, sin impregnarla con ningún juicio o prejuicio. Es una mirada de aceptación plena, desapasionada. Se correspondería con vairāgya, el desapego, que es el segundo de los dos medios que hay, según Patanjali (Y.S., I.12), para llegar al estado de yoga entendido como represión (nirodha) de los procesos de la mente (Y.S., I.2).

Indagar la mente implica que nos apliquemos a su estudio. Es la actitud complementaria a la observación pasiva y, al ser la mente un difícil objeto de investigación, requiere esfuerzo. Pero su esfuerzo es doble, porque así como la observación de la mente-objeto va acompañada de indagación, la indagación asimismo va acompañada de acción. Se podría decir que no serviría de nada conocer la mente si ese conocimiento no nos ayuda a avanzar hacia la represión o desidentificación de los procesos mentales. Y en realidad cabe preguntarse: ¿sería posible conocer la mente si ese mismo acto de conocimiento no fuera un estadio del mismo proceso de nirodha? Entonces, esta segunda actitud activa de indagación de la mente correspondería a abhyāsa, la práctica o esfuerzo por la estabilidad (Y.S., I.13), que es para Patanjali el segundo medio en la vía del yoga.






Habría que ver cuán estrechamente relacionados están estas dos actitudes. Como aclara el comentador Vyāsa, Patanjali quiere decir que “la estabilidad como objeto (de la práctica) no resulta fácilmente superada por impresiones latentes (saṃskāra) activadoras del (estado de conciencia) ordinario” (Y.B., 14). Así es que la observación desapegada se va a ir purificando con la indagación y la práctica, al mismo tiempo que la práctica va a ser más efectiva en la medida en que desarrollemos la capacidad de observación desapegada. 

Por último, y a modo de especulación, ¿no será abhyāsa la que cree nuevos saṃskāras o hábitos afines al objetivo de estabilidad (Y.S., I.18) al tiempo que vairāgya se encarga, con la pura contemplación, de que esos nuevos saṃskāras sean cada vez más leves hasta de a poco desaparecer ellos mismos en los umbrales del samadhi sin semilla (nirbīja)?








A continuación copio la primera parte de la entrevista que hizo Christine Perre a Prashant Iyengar según se publicó en la revista Yoga Rahasya en Enero de 2000:


1. La mente debe ser un objeto

Hoy nos decías: “objetivad la mente”. ¿Podrías explicar esta curiosa instrucción?

¿Qué es un objeto? Un objeto es algo que puedes conocer, algo que esta frente a ti y lo observas; algo que se convierte en objeto y lo conoces. Por otra parte, el yoga, como todos sabeis, sirve para conocerse a si mismo, pero ¿cómo podemos conocernos a nosotros mismos? El hecho es que nos identificamos por completo con la mente. Cuando la mente esta feliz, somos felices. Cuando la mente esta triste, nos sentimos tristes. Cuando la mente se altera, estamos alterados.

La psicología del yoga nos dice que es la mente la que se altera, es la mente la que se entristece. La filosofía india cree —incluso Patañjali lo afirma— que el alma no posee naturaleza de dolor, placer, pérdida, ganancia, éxito, fracaso, suerte, desgracia... Todas estas polaridades, estas dualidades, no pertenecen al si-mismo, no pertenecen al alma; todas son propias de la mente. De esta manera, en nuestra vida cotidiana, en las actividades ordinarias, nos identificamos por completo con la mente, de tal forma que nos convertimos en mente. La filosofía dice, la metafísica dice, que no somos la mente, que la mente es nuestro instrumento. Tu no eres las manos ni las piernas. Dices “mis manos, mis piernas, mi cuerpo, mi cerebro”. También dices “mi inteligencia”. Igual que dices “mi mente”, pero al mismo tiempo te identificas por completo con la mente, como dos personas enamoradas. Si le sucede algo malo a uno de los enamorados, si sufre, el otro también sufre, pues están muy identificados.




De forma similar, entre nosotros y la mente, entre el “yo” y la mente, hay tanto apego e identificación que cualquier cosa que le suceda a la mente nos sucede a nosotros. Y la filosofía nos dice que esto no es cierto. La metafísica nos dice que esto no es cierto. Es tu mente; es uno de los instrumentos que hay dentro de una de las partes de ti mismo. Igual que se dijo que una pierna, una mano o el cerebro son partes de ti –de forma similar, la mente es una parte de ti, distinta como cada uno de tus miembros, igual que el cuerpo es distinto de ti. Ahora bien, si quieres conocer la mente, la única forma es conseguir que sea un objeto. Solo puedes conocer objetos. El sujeto es el que conoce. El sujeto no puede ser algo conocible. No puedes conocer al sujeto. El sujeto es el conocedor. El objeto es lo que se conoce. Por tanto, si quieres conocer la mente, la mente debe ser objetivada y es por esto que, en la psicología del yoga, se recomienda observar el cuerpo, la respiración, y también la mente. Cuando contemplas la mente, tu propia conciencia, de forma natural hay objetivación: la mente resulta objetivada, y si objetivas la mente el resultado del proceso es que se desarrolla un sujeto mas profundo.




Supongamos que la mente nº 1 es tu sujeto y con él conoces las cosas —el libro, la mesa, el taburete, las montañas y los rios. Ahora bien, la mente nº 1 sometida a investigación se vuelve un objeto y una mente mas sutil se convierte ahora en sujeto. Llamémosla mente nº 2; ahora el sujeto es la mente nº 2. Pero, cuando conviertes la mente nº 2 en objeto, aparece la mente nº 3. ¿Qué es lo que esta sucediendo? Es una interpenetración, como cuando pelas una cebolla —tiene varias capas superpuestas, las puedes quitar y al final solo queda el tallo central. De igual manera, la mente es como la cebolla o el ajo: tienes que quitar las distintas capas y coberturas para alcanzar la esencia. Así es como se objetiviza la mente para que otra mente mas sutil aparezca. Esta mente nº 2 se convierte en objeto, después la mente nº 3 es la que se vuelve objeto... y finalmente alcanzas la esencia. Así es como se efectúa el estudio de si mismo, la comprensión del si-mismo-esencial —svadhyaya—, es decir, la forma de aproximarse a la esencia del cuerpo. En consecuencia, si deseas avanzar desde la periferia hasta la esencia del cuerpo, hay que apartar la mente corporal y las mentes progresivamente mas sutiles —así es como tiene lugar el refinamiento de la conciencia y finalmente, podrás alcanzar la esencia. Por eso, la objetivación de la mente es característico en la psicología del yoga.