martes, 19 de abril de 2011

ACEPTEN EL CONSEJO




Les quiero dar un par de inútiles consejos.
Gocen del poder y de la belleza de su juventud pero sin pensar en ellos. O piensen en ellos, da lo mismo. Si piensan mucho en ellos, desaparecen pronto.
Dentro de veinte años van a mirar sus viejas fotos como a los santos: las adorarán de rodillas. Cuántas posibilidades tenían, qué aspecto magnífico, no eran para nada gordos como les parecía, nada de panza. Pero este es el consejo: la panza no excluye el erotismo. Mírenlo a Sócrates, panzón y gran amante.
Miren con terror a la chica de al lado: un día podría ser su esposa. Y ustedes, chicas, miren con horror a ese muchachote que se sienta al lado suyo: un día podría ser su marido.
Recuerden todos los halagos que reciben, olviden los insultos, pero no todos, alguno consérvenlo.
No sientan culpa si no saben qué hacer de su vida, las personas más interesantes que conozco a los veintidós años no sabían qué hacer de la suya. Pensándolo bien, tampoco después.
Quizás se casen, quizás no. Pero si no se casan no se van a poder divorciar, esta cosa bella, maravillosa, piénsenlo.
Gocen su cuerpo, úsenlo de todas las formas que deseen. Sí, sí, también así..
Dice uno: buena hembra o mala hembra, quiere un palo. Otro dice: la condición natural de la mujer es la viudez. Naturalmente, yo no les aconsejo ni lo uno ni lo otro.
Lean Así habló Zaratustra, pero tápenle primero la boca, también él da consejos. Pero es él o yo.
Dense que hacer para colmar las distancias geográficas y los estilos de vida. Vivan en Milán pero váyanse en cuanto los endurezca. Vivan en Los Ángeles pero váyanse en cuanto los ablande.
Sean cautos, en fin, en el aceptar consejos, y pacientes con quien los dispensa.
Acepten este último consejo: no acepten nunca consejos.

MANLIO SGALAMBRO