jueves, 16 de julio de 2009

YOGASŪTRA



En estos videos podemos ver a Sri Tirumalai Krishnamacharya con su discípulo BKS Iyengar mientras escuchamos al hijo y discípulo de Krishnamacharya, T.K.V. Desikachar, recitando los Yoga Sutra de Patanjali en sánscrito. A continuación, copio un fragmento de un artículo de Fernando Tola y Carmen Dragonetti titulado Yoga y trance místico en las antiguas Upanishads, tal como aparece en la revista Cuadernos de Filosofía (Número 14, 1970) , editada por la UBA.

En un momento, el artículo dice: "Cada sistema místico de la India que ha utilizado las prácticas yóguicas para sus fines propios ha ideado una interpretación del trance de acuerdo con sus postulados filosóficos o religiosos". Pensemos cuál será, para nuestra interpretación del yoga, el equivalente a la clave kenótica, secularizante, con que Vattimo, en los post anteriores, leía el cristianismo. Quizás nos convenga hacernos cargo de la herencia de nuestra tradición occidental para incorporar las "prácticas yóguicas" en su traducción más fiel que sería, seguramente, la que mejor reconozca los cimientos de la casa en la cual hospedamos estas prácticas. Creo que hoy, ya consolidado el mundo global, desde nuestra posición interculturalista, podemos elaborar un proyecto más sólido y más serio que el intento ingenuo (y, peor, deshonesto en muchos casos) que fue, en los años sesenta, el New Age.














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I. El Yoga clásico de Patañjali. El Yoga, de acuerdo con el sistema clásico de Patañjali (siglo IV d.C.), es una técnica para alcanzar el éxtasis o trance místico. Comporta un análisis del trance y una descripción del método, de las prácticas que conducen a él. El trance consiste en el estado producido por la total y absoluta represión (nirodha) de los procesos mentales (Patañjali, Yogasutra I, 2). El método para provocar el trance comprende fundamentalmente dos etapas:

La primera está constituida por la Disciplina a que debe someterse el yoguin. Ésta abarca sustancialmente:

a) vairagya (I, 12, 15), desapego, es decir una actitud de indiferencia, de desvinculación, frente al mundo.

b) las normas denominadas yama (II, 30): no hacer daño (ahimsa), veracidad (satya), no apropiarse de lo ajeno (asteya), castidad (brahmacarya), renunciamiento (aparigraha).

c) las normas denominadas niyama (II, 32): limpieza (çauca), satisfacción (santosa), ascetismo (tapas), estudio (svadhyaya) y devoción a Dios (Içvarapranidhana).
Las normas señaladas bajo los puntos b) y c) tienden, en una forma u otra, a producir desapego (vairagya), que es el elemento básico y más importante de la Disciplina.
d) El cultivo de ciertas actitudes enumeradas en I, 33: benevolencia (maitri), compasión (karuna), contento (mudita), indiferencia (upeksa) frente a la felicidad, al sufrimiento, a la virtud y al vicio respectivamente, las cuales han de producir serenidad de la mente (cittaprasadana).
La segunda etapa está constituida por prácticas técnicas:
a) Asana o posturas apropiadas para la meditación.
b) Pranayama o control de la respiración.
c) Pratyahara o control de los sentidos.
d) Dharana o fijación de la atención.
e) Dhyana o meditación.
f) Samadhi o concentración de la mente.
Estas tres últimas prácticas tienen por finalidad el enfocamiento de la atención en una sola entidad (ekagrata) con exclusión de todo lo demás, la “absorción”, por decirlo así, de la conciencia en un único objeto. Patañjali trata de ellas en los libros Segundo y Tercero.
Como consecuencia de un samadhi profundo y prolongado se producirá la prajña o conocimiento intuitivo y verdadero del objeto sobre el cual se verificó la concentración de la mente (Patañjali, Yogasutra, I, 20, 48).
Otra consecuencia del samadhi será la total y absoluta represión (nirodha) de los procesos mentales, es decir, el trance. Una represión tal, sólo puede dar lugar necesariamente a un estado de vacuidad mental. La mente se vacía de todo contenido.
Hasta este momento—suspensión de las funciones mentales, vaciedad de la mente— el trance yóguico o místico es un hecho de experiencia. Lo que sucede, por decirlo así, dentro del trance, en el vacío que se ha producido en la mente, ya es materia de especulación. Patañjali, de acuerdo con los postulados del sistema filosófico Samkhya en el que se fundamenta, considera que en el trance se produce el aislamiento del Espíritu (Purusha) frente a la Materia (Prakriti), lo que significa para el Espíritu establecerse en su propia naturaleza (I, 3 y IV, 34). Cada sistema místico de la India, que ha utilizado las prácticas yóguicas para sus fines propios, ha ideado una interpretación del trance de acuerdo con sus postulados filosóficos o religiosos. Así para el Vedanta el alma individual (Atman), liberándose de los velos de la ignorancia, aparece en su prístino, auténtico y puro estado de identidad con Brahman, principio supremo, de acuerdo con la célebre fórmula: “tat tvam asi” (tú eres eso). Para las Escuelas que siguen el Bhakti-magra o camino del amor divino, en el trance tiene lugar la unio mystica del alma individual con Dios.
Fernando Tola y Carmen Dragonetti